Los puentes aéreos permitieron que las personas varadas por los desastres retornen a sus hogares. Los pilotos de las Fuerzas Armadas entregaron ayuda humanitaria, participaron en rescates y en evacuaciones médicas. Sus vuelos entregaron esperanza.,La emergencia desde el aire | FOTOS,La emergencia desde el aire | FOTOS,La emergencia desde el aire | FOTOS,La emergencia desde el aire | FOTOS,El martes 14 de marzo, mientras el país veía en la televisión y en las redes sociales cómo una enorme nube negra cubría la ciudad de Chiclayo, el comandante Mauricio Fernandini la esquivaba en el cielo. Antes de pasar por la capital de Lambayeque, cerca de las cinco de la tarde, una tormenta empezó a sacudir el avión del jefe de operaciones de la Aviación Naval del Perú. El piloto de 38 años había partido de Piura a Lima con una comitiva de la Marina de Guerra del Perú y con personas afectadas por las inundaciones. La cercanía de la enorme nube (Cúmulo-Nimbus Arcus) era la señal de una inusual tormenta. "Ábrete hacia el mar, me decían", recuerda ahora en tierra firme. PUEDES VER: Guardianes del agua de Lima | FOTOS En el aire, a más de siete mil metros de altura, Mauricio Fernandini salió unas millas de la ruta, rumbo al mar. Solo hubo nervios y gritos fugaces. —En otros lados sí había visto eso. En Chiclayo jamás. Desde el cielo, el escenario del desastre es otro. Es peor. Las inundaciones y huaicos que, hasta el último viernes, han dejado más de 73 mil damnificados y 26 muertos en el norte de país, representan una de las peores emergencias atendidas por los pilotos de la Fuera Aérea (FAP), el Ejército y la Marina de Guerra del Perú . —Hace unos días pasé por Chiclayo. Estaba sumergida bajo el agua. Era como si la hubieran metido en una piscina—describe el comandante FAP Cristian Everett, 37 años, piloto de un avión C-27J Spartan, quien lleva más de 30 horas trasladando donaciones y personas afectadas por las lluvias, a través de los puentes aéreos. —Huarmey también es como una piscina. Y está completamente llena— agrega el contralmirante Miguel Pinto, 52 años, jefe de las Fuerzas de Aviación Naval de la Marina, quien tuvo una semana dura y en vela, organizando los vuelos para las víctimas de los fenómenos hacia Lima, Chimbote o Trujillo. —Desde Lambayeque hasta Lima ves cómo la lluvia cae en la sierra, en Chiclayo, Trujillo, Huarmey... Donde normalmente se veía el cielo azul, ahora hay una mancha negra —comenta el teniente FAP Sergio Páucar, de 30 años, copiloto del helicóptero MI-17, quien durante 15 días participó en la entrega de víveres, agua y en el rescate de mujeres embarazadas de las comunidades más alejadas de Piura. Puentes en el cielo Solo el jueves 16, el reporte del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), daba cuenta de un colapso del puente Tutumo, en Supe; del desborde en varias zonas de Carabayllo, daños en la carretera Panamericana Norte, y ponía en alertas amarilla, naranja y roja varios ríos de Lima, Lambayeque y Tumbes. Ese día —dicen los militares— se abrió el cielo para los puentes aéreos a nivel nacional. Luego de que varias ciudades quedaran incomunicadas por vía terrrestre, la FAP dispuso vuelos gratuitos para conectar a las personas varadas, con necesidades médicas o en situación vulnerable, con Piura, Chiclayo, Trujillo, Cajamarca, Jauja y Lima. Lo mismo ocurrió en la Aviación Naval, cuyo trabajo permitió el traslado de afectados a algunas ciudades de Áncash (Chimbote), Tumbes, Piura y Lima. Estos vuelos solo estaban dirigidos a personas con discapacidad, adultos mayores, gestantes y niños. Pero esta medida también significó una orden de inamovilidad para los pilotos. Entre las ocho de la mañana y las dos de la madrugada se han dedicado al traslado de personas afectadas, de ayuda humanitaria, apoyo en evacuaciones médicas y rescates. En estas últimas dos semanas, los aviadores de la Marina han realizado seis vuelos diarios, y los de la FAP han movilizado diez aviones y helicópteros. Por ese motivo, el teniente primero de la Aviación Naval, Alfredo Cáceres, no ha visto a su familia desde hace cuatro días. El jueves 16 hizo un viaje, el viernes otro, el lunes tres, el miércoles dos y el fin de semana se alistaba para ir a Trujillo. El último jueves, dentro de un Fokker 50, el piloto de 31 años, muestra una imagen de su celular: es el recuadro de una videollamada con su hija de cinco años. Él aparece uniformado, ella llorando. "El lunes la llamé a las siete de la noche. Siempre la arropo, pero esa vez no pude ir a mi casa", cuenta. Por estos días, la pequeña duerme sin su papá, junto a su abuela y a su mamá de siete meses de gestación. Cada piloto vive su propia emergencia. Hasta el viernes pasado, los puentes aéreos de La Marina, piloteados por personas como el teniente Cáceres, permitieron el traslado de más de 2 mil 600 personas, 1.500 toneladas de ayuda humanitaria y seis evacuaciones aeromédicas. Por su parte, la FAP reporta 15 mil personas y 100 toneladas de donaciones movilizadas hacia las zonas de desastres. "Lo peor que he visto es la necesidad de la gente. No podemos subir a todos en el avión. Es tan difícil seleccionar quiénes son los que van...", dice el comandante FAP Everett. Las acciones El martes 21, el Fokker 60 del Capitán de Corbeta Mauricio Fernandini trasladó de Chimbote a Lima a un bebé de 72 horas de nacido, con una malformación en el ano y con el riesgo de morir de inanición. Durante su estancia en Piura, el capitán FAP César Bermejo, y el teniente Sergio Páucar han evacuado a diez mujeres embarazadas en condiciones de riesgo debido a que no podían salir de sus ciudades por los daños en las carreteras. "Hemos llegado a pueblos agrestes, encajonados, donde teníamos que aterrizar en canchas pequeñas, cerca de ríos". El teniente Christian Medina, con su helicóptero Bell 212/412, participó en el rescate de un hombre en medio del río en Chosica, y de damnificados que pedían ayuda desde los techos de Huachipa. "Nos dijeron que también había un niño y dos perritos. Cuando volvimos a la zona, solo estaban los perritos. No encontramos más". El jueves y viernes pasados, la Marina y la FAP anunciaron la restricción de los puentes aéreos que van de Lima hacia otros puntos del país. Ahora se dará prioridad al traslado de ayuda humanitaria luego de atender a cerca de 20 mil personas y ante la necesidad de más donaciones en las regiones del norte. Eso no impedirá que la FAP traslade a personas de otras ciudades hacia la capital. Sin embargo, hasta el viernes pasado, niños, familias y hasta pacientes con cáncer permanecían en los exteriores del local de embarque de la FAP. Algunos llegaron a Lima por tratamientos médicos y están ahí a la espera de un vuelo. Dicen que no tienen un lugar adonde ir. Ninguno da razón de la presencia de algún ministerio o de la Defensoría del Pueblo. Los pilotos dicen que eso es lo más difícil que les ha tocado ver: familias enteras rogando por un vuelo, por retornar a su hogar, aunque pueda estar inundado. De hecho, los aviadores cuentan que cuando desembarcan en las zonas afectadas, los pasajeros llegan sonrientes. Y es que están de vuelta en casa. La frase que más repiten es: "Por fin".