Esta semana, la actriz Katerina D'Onofrio obtuvo el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Punta del Este (Uruguay) por su rol protagónico en la película La última tarde. Allí interpreta a una ex militante del MRTA. Hoy practica meditación, le gustaría dirigir teatro y busca el silencio.,Katerina, la protagonista,Katerina, la protagonista,Katerina, la protagonista,Un televisor acaba de invadir la casa de Katerina D'Onofrio Dibós. La actriz no recuerda cuándo fue la última vez que tuvo uno. Tampoco cuándo se sentó en una sala para ver el noticiero, ni la última serie que siguió por completo. Solo sabe que su hermano dejó en su casa ese enorme aparato negro que apenas está enchufado. Hace 33 años, cuando tenía cinco y vivía en Chaclacayo, no veía televisión. Apenas le prestaba atención a las historias de amor de Candy y a la búsqueda de la mamá de Marco. "Yo prefería vivir la experiencia en lugar de ver una cosa cuadrada", dice Katerina. En esa casa, a más de treinta kilómetros del Centro de Lima, había un par de vacas, un chivo, caballo y perros. "Esa era mi comunicación con 'el mundo exterior'". La señal de televisión era muy mala en Chaclacayo. Y los únicos dos canales que llegaban desaparecían con el sonido de las bombas. Era Sendero Luminoso. Los asesinatos, las explosiones, las caídas de las torres eléctricas, los apagones. —De pronto he sufrido el momento del terrorismo y veía desde mi casa cómo caían las torres de alta tensión —cuenta Katerina—. Para mí, los terroristas siempre fueron los malos de la película. La pantalla chica La actriz creció sin la costumbre de ver televisión. Cuando se muda de casa, lo último que le preocupa es llevar uno de esos aparatos. Le gusta ver DVD y Netflix desde su laptop. Dice que prefiere leer en lugar de ver noticieros. "Prefiero llenar mi cabeza y mis sentidos con otra cosa. Es mi opción. Cada uno tiene la suya". Nunca ha sido una fiel televidente. Pero allí se hizo más popular como artista. En el 2006 apareció por primera vez en la pantalla pequeña. Era Venus, una ladrona que trataba de destruir al grupo de justicieros de la serie La Gran Sangre. Luego apareció el 2007, en la cuarta temporada de esta producción dirigida por Jorge Carmona, donde se enfrentaba al Dragón (Carlos Alcántara), al Mandril (Pietro Sibille) y a Tony Blades (Aldo Miyashiro). También ha sido Carolina, la joven que quiere separar a los protagonistas de la telenovela Un amor indomable (2007); Jenny en la serie Broders (2010), Leonor en La Perricholi (2011) y Angélica, la antagonista y teniente de la Policía, en Mi amor, el wachimán (2014). —La televisión es un 'chambón'. Tampoco me la puedo tirar encima. He trabajado en televisión. Hay gente que hace ficción. Hay gente que escribe bien... Pero también hay programas que no te nutren. Katerina D'onofrio se refiere a los realities. "¿No hay mucha creatividad allí, ¿no? Yo abogo por una ficción bacán". Premios inesperados El salto al cine no demoró mucho. Katerina también ha sido Inés, la madre de la niña Cayetana en el galardonado filme Las malas intenciones (2011); Cecilia, una rubia frívola, heredera de millonarias acciones en Siete semillas (2016); Lucía, la madre del hijo de un hombre que enfrenta su homosexualidad en Sebastián (2016). Ahora interpreta a Laura, su primer papel protagónico, en La última tarde. El filme dirigido por Joel Calero sigue su viaje por el mundo. Ya pasó por España, Cuba, Italia, Argentina y Uruguay. La última tarde narra el reencuentro de una pareja de ex militantes del MRTA a punto de divorciarse. El 2016, ganó el Premio de la Juventud en la Semana Internacional de Cine de Valladolid; el Premio del Público en el Festival de Cine de Lima, y el de mejor actor por la interpretación de Lucho Cáceres. "No lo voy a negar, estuve expectante. Pero cuando la película ganó el Premio del Público y el de Mejor actor dije: 'Ya está. La película ya se contó, con el Premio del Público ya está. Yo ya no busco ningún premio", dice Katerina. Seis meses después, cuando no esperaba ningún reconocimiento, obtuvo el más importante de su carrera (hasta el momento): mejor actriz en la vigésima edición del Festival Internacional de Cine de Punta del Este en Uruguay, uno de los más importantes de la región. —Ocurre en el momento en que dejo de desearlo. Entonces, uno dice: "Bueno, pues, esta es la manera"... El juego más difícil es contra tu propio ego. Tú puedes ser tu gran bache. Puedes ser tu salvación. Katerina ha decidido no tener grandes expectativas, por lo menos, a largo plazo. "Son lo peor. Te llenan la cabeza y el corazón de un ideal". Tampoco espera mucho de las personas. "¿Quién eres tú para querer que la gente cambie algo por ti?". Ella quiere sorpresas. —La meta es el día a día. Y la meditación te hace ver y estar en el presente. En busca del silencio Un mes sin salir del áshram. La primera vez que Katerina visitó la India se internó por treinta días en un lugar de meditación con habitaciones enormes, ejercicios desde las cuatro de la mañana, yoga, vegetarianismo y "leche de la vaca sagrada". "Te ibas alimentando y sentías que no necesitabas mucho", recuerda. Allí, y de esa manera, la actriz recibió el 2014. —Ahora, si puedo, me levanto a las cuatro de la mañana. Es una hora muy tranquila. No hay polución de pensamientos. Desde hace cuatro años, empujada por la insatisfacción, la curiosidad y la molestia, Katerina practica la meditación Samarpan, una antigua técnica con la que busca —dice— la calma, el alimento del espíritu y el alma. Los busca con visitas a la playa, spinning, sin carne, con pescado, ejercicios y silencio. —En el silencio está la clave. Hay mucha bulla interior, bulla mental. Solo hay que darle luz. Parecen las palabras de un ser calmo, callado, en estado zen. Pero no es así. "No es que esté volando en un elefante blanco". Katerina D'Onofrio anda hiperactiva en su casa de Miraflores, explota a carcajadas cada cinco minutos, viaja en su moto verde Yamaha porque no tolera el tráfico. —Es una lucha constante porque estamos regidos por la mente —dice la artista de 38 años —. Y la mente puede hacer jugadas muy fuertes". Hace más de cuatro años, el actor Gustavo Bueno la llamó "la indefinible". Lucho Cáceres, su compañero en La última tarde considera que ella contiene, aporta, es lúdica. "Está viva". La actriz Valeria Escandón, en una publicación de Facebook, le recuerda cómo se preparaba para el papel de Laura: "Salías a caminar a Barranco para hacer el recorrido de las escenas, pasabas la letra (ensayabas) en todo momento, la sala de la casa se convertía en un set...". Hace cinco años, Joel Calero escribió la historia que, inicialmente, llamó Lo mejor de la burguesía son su vino y las mujeres (como una frase de Lenin). El 2015, comenzó su trabajo con Lucho Cáceres y Katerina D'Onofrio. "Fue algo importante para mí. Sentía que de alguna manera yo estaba hablando a través del personaje". Katerina es Laura, una muchacha que quería un cambio social fuerte, se unió a un grupo, pero al ver que este buscaba demasiada violencia decide alejarse. Pasan los años y ve que el cambio tiene que partir de uno mismo. Busca justicia e igualdad en su pequeño mundo. Esta historia ahora se irá al Festival Internacional de Cine en Guadalajara. El jueves 27 de abril se estrenará en el país. Los antecedentes Los olores que golpean la memoria de Katerina: aguarrás y óleo. Cuando tenía cinco años, se escapaba de su casa en plena madrugada, cruzaba el jardín y aparecía en el taller de su padre pintor. Recuerda el sonido de los grillos, la luz, la música de Jimi Hendrix y el rostro de sorpresa de su padre. "El arte siempre estuvo ahí". Su padre, artista plástico. Su madre estudió Arte. Sus hermanos se dedican a la pintura, la gastronomía, el teatro. Ella ha escrito obras de teatro, poesía y hasta narrativa. Ha estudiado Fotografía, Literatura, Comunicación Audiovisual. Katerina D'Onofrio quiere dirigir en el teatro. Es un gran pendiente. Pero aclara: —Sí, hay un deseo. No digo que uno no se proyecte, pero debe ser a corto plazo. A mí, personalmente, me funciona ir de a pocos.