Desde los palazzos hasta los stretch, los jeans han sido fieles acompañantes de la moda. La marca Kansas, la más antigua de la industria nacional, acaba de cumplir 45 años. De ello dan detalle, tres generaciones de la familia Márquez, sus fundadores.,Calatos y sin cabeza. PUEDES LEER: Jeans rasgados a la altura del derrier se impone entre jóvenes | FOTOS Trece maniquíes calatos y sin cabeza son los perennes ocupantes del taller de jeans Kansas, en la primera cuadra de la avenida Abancay. Traídos en barco desde Nueva York, lucieron los primeros jeans satinados con cuatro bolsillos que produjo la empresa, fundada en enero de 1972, en la fábrica de Zárate. Ideados en mayo de 1873 por un sastre (Jacob Davis) y un comerciante (Levi Strauss) para mineros que no tenían cómo cargar minerales en sus bolsillos, el jean fue evolucionando en diseño, color, peso y textura. Si en una primera etapa fueron asociados a los vaqueros y pistoleros del Viejo Oeste; en los cincuenta, en pleno siglo XX, simbolizaron la rebelión juvenil, debido a su aparición en películas hollywodenses de almas indóciles como James Dean y Marlon Brando. En los sesentas la cultura hippie y su psicodelia se apropiaron de la prenda hasta hacerla más casual a partir de los setentas. Eran épocas, por lo menos en este lado del mundo, donde marcar la figura merecía hipócrita condena social. La tela ajustada al cuerpo no era bien vista. No para Mercedes Márquez (60), por supuesto, la última hija de Ricardo Márquez y Esther Flores, un obrero textil y una ama de casa que comenzaron vendiendo retazos de tela, en plazas y ferias. Y que con lo ahorrado enviaron a sus cuatro hijos a estudiar parte de la secundaria y la universidad completa a los Estados Unidos, en ese entonces, el país al que todos aspiraban ir por unanimidad. “Yo quería ser abogada, pero mi padre decidió que debía ser diseñadora, porque ya tenía planes para mí. No se equivocó”, recuerda Mercedes, en el tercer piso del taller en Abancay, mientras contempla los maniquíes, ahora manchados por el tiempo. Masificación Como bien consigna el portal arkivperu.com, las disposiciones de la dictadura militar que prohibieron las importaciones en el Perú, posibilitaron la aparición de la industria nacional en los setentas, frenando el dominio de la americana Lee, creada en 1889 para los trabajadores ferroviarios. La prenda no pudo caer en mejor terreno. Aunque en un inicio, la mayoría de marcas copiaron, sin remordimientos, a los denim 'gringos', incluso en el nombre, como ocurrió con Frank Lee, las fibras de algodón peruano resultaron idóneas para el desarrollo de 'Bronco', y 'Machine', entre otras. Comercializados, primero, en tiendas especializadas, los jeans saltaron luego a los grandes almacenes. “El jean para hombres que las mujeres prefieren” es el vendedor eslogan del extinto Jean Consul (1971). Menos rígido y rústico que el estilo cowboy del precursor Texoro, en los cincuentas. La publicidad, como en cualquier otra línea de negocio, fue parte fundamental de su masificación, con su ingenio y atrevimiento, ya sea en medios escritos, radio o televisión. “Hagas lo que hagas no se deforma”, “solo un buen jean puede estrenarse en su forma original todos los días” son ejemplos claros de Jean Bellton's, marca ochentera, también desaparecida. Los deportistas eran imagen de distintas marcas. Sobre todo los futbolistas, decentes y ganadores por esos días. Prueba de ello es el afiche de jean Eagles, donde Juan Carlos Oblitas, hoy canoso director deportivo de la Federación Peruana de Fútbol, funge de modelo. Kansas, cuyo primer lema fue 'jeans para todo terreno', optó por modelos y misses de belleza como la también actriz Olga Zumarán, Miss Perú en 1978. También recurrieron a figuras polémicas como Leslie Stewart, famosa en los noventa con El ángel vengador. Pero fueron las campañas, en las postrimerías del siglo pasado, las que más impacto causaron. Los chicheros de Tornado y la Joven Sensación con su pegajoso 'Tic tic tac' acercaron la marca aún más al pueblo. El legado Jocy Rubio Márquez (34) guarda en su memoria el alarido infantil de su hermano Jonathan, atrapado en el cuarto de los maniquíes. Enviada en la pubertad a los Estados Unidos, específicamente a Pensilvania, siguiendo la ruta familiar trazada por el abuelo Ricardo, Jocy vivió sus primeros años en la fábrica. Jugaba con las pacas de algodón y los retazos con el mismo entusiasmo, como lo hacía con sus muñecas. Su hermano Jonathan, mayor por dos años, se paseaba a sus anchas, montado en un triciclo rojo. Hasta esa vez que, sin darse cuenta, fue a parar al salón de los maniquíes. Sus tres tíos, fundadores del negocio, le explicaron como pudieron sin parar su llanto. Mercedes apareció al rato para presentarle, con la sabiduría materna, a cada uno de ellos, como si se tratara de sus fieles empleados. La escena quedó grabada para Jocy. Desde entonces, el trabajo le pareció solo otra extensión de la vida en familia. Cada vez que visitaba la fábrica en Zárate, la abuela Esther la esperaba con una pequeña libreta. “Los empleados me saludaban con ternura: 'Hola, Jocyta'. Y al toque les decía: mi abuela dice que entregues el documento tal en media hora. Cambiaban de cara, y se callaban. Tenían miedo de saludarme”, bromea la nieta menor del clan que pasó muchas de sus vacaciones cuadrando caja y llenando facturas. Doña Esther, ahora de 91 años, en silla de ruedas, se limita a sonreír. “Fuimos los primeros cuando no había nada, nada”, repetirá cada tanto. A finales de 2011, después de 17 años en los Estados Unidos, en medio de la crisis financiera internacional que mermaba su broker textil de polos y jeans en Nueva York, Jocy decidió pegar la vuelta. Diseñadora como su madre, pero con mayor influencia de la escuela 'gringa', Jocy lanzó hace tres años 'Kansas Too', una línea orientada a las jovencitas que de a pocos está ganándose un espacio. Por ahora se encuentra en 14 puntos de venta en Lima y provincias, y está por introducirse en la venta online. “Es un proyecto para refrescar la marca madre y, de paso, continuar con el camino de mis abuelos". Años duros Acabada la dictadura militar, las marcas nacionales afrontaron dura competencia con el retorno de las extranjeras Levi's, Lois y Lee. El público peruano ya usaba variedad: desteñidos, de corduroy, palazzos, a la cintura, a la cadera, stretch. En este siglo, la pugna, no obstante, ha sido desigual, considera Mercedes Márquez, quien en los ochenta estampó su nombre en los bolsillos traseros de Kansas a la usanza de los diseñadores más connotados. “En los almacenes, solo el 20% está destinado a los jeanes nacionales. Casi todo se importa de China. El sector textil está borrándose, siendo uno de los sectores que más trabajo da”, lamenta. Es conocido que entre enero y marzo, los meses de mayor temperatura, el comercio de los jeanes sufre un bajón notable. Sin embargo, el panorama es aún más desolador. “Las ventas han bajado en un 80%. Es atroz. Aun así, nuestros 45 años nos sostienen. Pero, ¿qué pasa con las pymes de Gamarra? Son momentos duros”, agrega Mercedes. Jocy, quien alterna sus actividades en la empresa con el rodaje de una película de época, en Chincha, donde es productora ejecutiva, toma la palabra. “A cada generación le ha tocado enfrentar distintas dificultades. Es la realidad, y no le corremos. El progreso cuesta”. Doña Esther y Mercedes mecen sus cabezas.