Javier Valdés interpreta a un exagente de inteligencia que huyó a Estados Unidos luego de fallar una negociación durante la guerra de las Malvinas. “Quedó expuesto a la vergüenza nacional. Siente que ha fracasado y se refugia en un pueblito y nunca más se sabe de él. A partir de esto, se crea una ficción”, nos dice por teléfono antes del estreno de El invierno del sol en el Centro Cultural Ricardo Palma.
En el guion de Luis Yataco, el peruano tiene una novia argentina. Después del gobierno militar, cuando las empresas son devueltas a sus dueños, deja el país. “Las empresas empiezan a botar gente. Ella participa en sindicatos, protestas y la comienzan a ver como una terrorista. Por esa razón, Santiago le pide que se vaya y pierden contacto”. Cuarenta años después, la hija de ambos —una periodista interpretada por Marisa Minetti— lo busca. “No conoció a su padre y se inventaron historias”.
Otros aspectos, como el papel de las fuerzas armadas con “decisiones estructuradas, a veces sin investigar bien” y las historias de migración, nos recuerdan otras épocas e incluso la actualidad, comenta Valdés. “Como la gente huyendo de los vladivideos (sonríe), por ejemplo. Y ahora hay gente que se va y gente que viene, como los venezolanos a raíz de la situación política de allá. O como nosotros en el primer gobierno de Alan García. Mi hermano mayor partió a Venezuela y volvió. Yo salí con la intención de estudiar. A veces pasan cosas que nos cambian la vida”.
En medio de la crisis social y política, el actor sostiene que son necesarias estas obras. “Es que no estamos en una guerra con otro país, pero sí creo que estamos en una guerra interna de valores, de ética, de moral y nos están ganando, ¿no? La corrupción versus todo aquello, es lamentable ver cómo la corrupción se está normalizando en el país. Antes era vergonzoso ser corrupto, te señalaban. Hoy eso no les interesa, ya la vergüenza no les afecta”.
Tomando como referencia las últimas elecciones y las marchas, Valdés dice que el país está dividido por los intereses de un grupo. “Si no reconoces al otro, no existe para ti, lo que tú haces es para un sector de la población, no para todos. Eso no nos permite desarrollarnos ni lograr el bienestar para todos. El no mirarnos hace eso”.
Y ante la intención de reducir los estímulos económicos a las artes, opina que con la ley de cine se pudieron hacer más producciones que antes. “Es una manera de expresión de nuestra realidad, de dar a conocer el Perú. El Gobierno no lo visualiza así, cree que gastarse un millón en hacer una foto de la presidenta con todos los ministros en Nueva York, es una gran publicidad. Lo que quieren hacer con el cine va a pasar con toda la cultura. La señora Tudela pretende quitar todo eso. Brasil, Argentina y México invierten una cantidad enorme y han ido mejorando su cine, no solo con nominaciones al Óscar, hay otros premios que no son tan marketeros, pero más importantes, y Perú también ha tenido apariciones. Y tenemos un premio Nobel, pero si afectan a la literatura, ¿qué vamos a tener? Aunque en las crisis más terribles, más creativos somos, así que de alguna manera resurgiremos”.