José Távara, profesor Investigador de la PUCP
Se han puesto en evidencia los límites del modelo que se aplica desde los noventa. Ya son 35 años de un modelo que insta a manejar técnicamente la política económica, promover la inversión privada y esperar que el PBI crezca para que así chorree hacia abajo. No quiero caricaturizarlo, pero me choca permanentemente el discurso de seguir apostando por el crecimiento económico y punto, sin nada de políticas sectoriales o reformas tributarias o previsionales ni ninguna que ataca los problemas de fondo como la pobreza y la corrupción.
El FMI y el BM llaman la atención sobre alentar un crecimiento inclusivo, y depende del tipo de crecimiento e inversión y calidad de los servicios esenciales, como seguridad ciudadana, educación y salud. Ya la pandemia dejó lecciones. No miramos el futuro y tenemos una población abatida, que sobrevive.
Entiendo lo pernicioso de las medidas populistas del Congreso, pero, al mismo tiempo, me indigna la poca sensibilidad de las élites tecnocráticas y empresariales ante graves problemas como el 43% de niños con anemia, el 40% de jóvenes que quieren irse del país y en las últimas cifras de empleo, los menores de 29 años son los más afectados.
Todos repiten el discurso de proponer inversión privada y como por arte de magia la pobreza desaparecerá. Eso no es así. No es solo el tercio de población pobre, sino el otro tercio que está con el agua al cuello.
Germán Alarco, profesor investigador de la Universidad del Pacífico
Un crecimiento del PBI del 3% no es suficiente para reducir la pobreza, pero otro de 4 o 5% con el actual patrón o modelo de crecimiento tampoco lo haría de manera significativa.
Se requieren ajustes en el modelo de crecimiento, una reformulación, mejora y ampliación de los programas sociales. Para diseñar una buena estrategia, hace falta tener un buen diagnóstico para explicar nuestro bajo crecimiento. Sin programas sociales, en 2023, la pobreza hubiera sido 35,1% de la población en lugar de 29%, 6,1 puntos porcentuales más, que no es poca cosa.
Es una mera ilusión insistir en un mayor crecimiento económico basado exclusivamente en la inversión privada.
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Ni la economía más exitosa de nuestra región en su inserción a la economía internacional como México con US$500.000 millones de exportaciones principalmente de manufacturas y elevado desempeño lo ha logrado.
Los efectos de la teoría del goteo son claramente insuficientes; sin embargo, no se deben desechar el crecimiento económico y la inversión privada, pero de ninguna forma pensar en mayores prerrogativas al sector privado que ignoren a la sociedad y vulneren al ambiente. Otro aspecto clave es la reforma tributaria elevando 5 puntos porcentuales al PBI.
Alfredo Thorne, Exministro de Economía y Finanzas
El modelo económico está bien. Lo que ha sucedido es que el crecimiento se ha desacelerado por las políticas populistas. Según estudios del Banco Mundial y del INEI, el crecimiento representa el 70% de la reducción de la pobreza. Lo que necesitamos es retomar los motores y hacer una política más técnica y menos populista.
Uno de los ajustes debe apuntar a la pobreza urbana, donde en teoría es más fácil atacarla tras su incremento. Necesitamos repensar los programas del Midis. Lo que preocupa es que el Midis tenga tan poco impacto en la reducción de la pobreza. En ese 70% de reducción de la pobreza por el crecimiento, se entiende que el Midis no está teniendo el impacto deseado porque se ha convertido en un ministerio político y no técnico para crear un programa de formalización.
Creo que la informalidad es consecuencia del modelo, pero es porque no se ha priorizado un empuje a la generación de empleo.
Debemos volver a lo básico: el crecimiento.
Miremos cuánto tiempo tiene la señora Dina Boluarte en el Gobierno y no ha sacado ningún proyecto minero nuevo; así como los de infraestructura como Chancay o el Jorge Chávez, que aún no están listos. En el tema agrícola no se ha dado la ayuda al agro que se le debería dar para que el crecimiento sea mucho mayor.
Hugo Perea, economista jefe BBVA Research
En términos de lucha contra la pobreza hemos retrocedido a niveles del 2010. Del incremento de 1,5 puntos porcentuales, 1 pp se explica por la inflación. En tanto, este año con el retorno a precios más estables, se supone que no debería repetirse.
El resultado sugiere que no se actuó de la manera adecuada y el entorno político tampoco ayudó, ya que es disfuncional. El deterioro de la institucionalidad, que es una condición necesaria para que la economía de mercado opere adecuadamente, pesa. Sin instituciones adecuadas, podríamos crecer, pero no van a llegar los servicios de calidad a los más afectados.
Sugiero retroceder a la fórmula que permitió que, entre 2004 y 2019, salieran de la pobreza 9,6 millones de compatriotas. La tasa pasó de 58%a 20% en 15 años. Es impresionante. Una sociedad que crece mejora su condición. El crecimiento del PBI es el antídoto contra la pobreza. Debemos reducir la tramitología en proyectos mineros. Antes eran 12 y ahora son 265 procesos; en materia de emprendimientos, falta su uniformización.
En materia de educación, los pequeños avances se perdieron al permitir que los maestros que no aprueban sus pruebas de conocimientos vuelvan a la carrera magisterial o que se debilite a la Sunedu. Ello avizora un capital humano bajo. Hay que mirar la evidencia.