“En más de una ocasión me han ofrecido que escriba mi autobiografía y siempre me he negado, también me han ofrecido que la escribiera otro, pero sigo sintiendo una especie de alergia a ver un libro que hable enteramente de mí como persona. Nunca he llevado un diario y cuando lo he intentado no he pasado de la segunda página. Sin embargo, este libro supone mi primera contradicción. Es lo más parecido a una autobiografía, fragmentada, incompleta y un poco críptica”, dice Pedro Almodóvar en las primeras líneas de su reciente libro El último sueño, doce relatos en los que hace una profunda introspección sobre la vida que ha llevado y todo lo que influyó en ella.
Ese conjunto de textos recorre la biografía del director de cine español más reconocido en el mundo y tiene un orden interno que se divide en tres tiempos: los patios manchegos donde las mujeres hacían labores manuales, cantaban y criticaban a todo el pueblo; la explosiva y libérrima noche madrileña del 77 al 90 (lo que se conoció como ‘la movida madrileña’) y la educación religiosa que recibió de los salesianos en los años sesenta.
El autor señala que estos relatos “son un complemento de mis trabajos cinematográficos […] El lector acabará obteniendo la máxima información de mí como cineasta, como fabulador y el modo en que mi vida hace que una cosa y las otras se mezclen”. Fiel a ello cuenta pasajes de su época escolar-como en La mala educación-, la influencia del cine y la ficción en su vida, la reivindicación del humor tan presente en sus experiencias personales y en sus películas, y la mezcla de géneros que nació en él desde muy joven y es su marca registrada.
"No los he retocado, me interesaba recordarme y recordarlos como fueron escritos en su momento", explica Almodóvar.
“Los relatos inéditos los tenía archivados en mi oficina, junto a un montón más […] Yo no los había leído desde que los escribí; me he entretenido leyéndolos. No los he retocado, porque lo que me interesaba era recordarme y recordarlos como fueron escritos en su momento y comprobar cómo había cambiado mi vida y todo lo que me rodea desde que salí del colegio…”, cuenta Almodóvar en
un prólogo muy personal y nostálgico.
Cuatro de los relatos son completamente biográficos: el que habla de la muerte de su madre, su visita a Chavela Vargas en Tepoztlán, la crónica de un día vacío y el relato “Una mala novela”, donde habla de su fascinación por la literatura. Él las escribió en el mismo momento en que ocurrieron.
Otros relatos, están basados en varios pasajes de su vida antes y después de llegar a Madrid. Algunos de ellos dieron origen a varias secuencias de Dolor y gloria, su película más personal hasta el momento. Es imposible saber hasta qué punto algunos relatos
son completamente autobiográficos o responden al humor desbordado con que el director manchego suele darle vida a muchas de sus experiencias.
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Han pasado 30 años para que un nuevo libro de Almodóvar vea la luz nuevamente. Antes había publicado Fuego en las entrañas (Ediciones La Cúpula) en los años 80, y, diez años después, Patty Diphusa y otros textos (Anagrama). Esta nueva entrega llegará
a veinte países de habla hispana e incluso ya existe un audiolibro con la voz de Pedro y actores que alguna vez trabajaron con él.
Uno de los textos más conmovedores es aquel en que Almodóvar relata su primer día de orfandad, tras la muerte de su madre. “Reconozco que sus cinco páginas están entre lo mejor que he escrito hasta ahora. Eso no demuestra que sea un gran escritor, lo sería si hubiera conseguido escribir al menos doscientas páginas del mismo calibre. Para poder escribir así fue necesario que muriera mi madre”, dice. Ese relato se llama “El último sueño” y da título al libro. Ese homenaje a su madre también es parte del toque Almodóvar.