Las bacterias resistentes a los antibióticos, también llamadas superbacterias, representan un problema de salud global cada vez más preocupante. La Organización Mundial de la Salud estima que estas infecciones causarán 10 millones de muertes al año a partir del 2050, por lo que expertos de gran prestigio ya las consideran la siguiente pandemia. Así, como parte de un esfuerzo internacional por enfrentar esta amenaza, un equipo científico ha identificado un compuesto natural, la hidroquinina, que tiene el potencial de eliminar microbios que actualmente son prácticamente inmunes a los medicamentos.
La hidroquinina es una sustancia producida en la corteza de las plantas del género cinchona, entre las que se encuentra el emblemático árbol de la quina (Cinchona officinalis), oriundo del Perú.
El equipo de investigadores de las universidades de Portsmouth (Inglaterra), Naresuan y Pibulsongkram Rajabhat (ambas de Tailandia); tenía conocimiento de que la hidroquinina, así como la quinina (otro alcaloide de la cinchona), son eficaces contra el parásito de la malaria. Por ello, vieron una oportunidad para averiguar sus propiedades contra las superbacterias.
El árbol de la quina aparece en el escudo nacional del Perú. Foto: Redagrícola
En el laboratorio, pusieron a prueba la hidroquinina en cultivos de bacterias para conocer su actividad antimicrobiana.
Descubrieron que este alcaloide podría eliminar las ocho especies usadas, entre las que destacan Pseudomona aureginosa, Klebsiella pneumoniae y Escherichia coli; conocidas por adquirir resistencia a múltiples antibióticos.
“Al estudiar más a fondo este compuesto, nuestra esperanza es que en el futuro pueda ofrecer otra línea de tratamiento para combatir las infecciones bacterianas”, dice en un comunicado el Dr. Robert Baldock, profesor de la Universidad de Portsmouth y autor de la investigación publicada en Tropical Medicine and Infectious Disease.
Por su parte, la Dra. María Pons, bióloga e investigadora en la Universidad Científica del Sur, quien no participó en el estudio, pero lo revisó, explica a La República que aún queda un largo camino para demostrar si este compuesto es lo suficientemente eficaz.
Pons observa que, si bien la hidroquinina tiene actividad antimicrobiana, la concentración que usaron los científicos es bastante elevada.
“Es posible que el principio activo (la sustancia) se deba consumir en una concentración muy alta para que tenga efecto, como los antibióticos eficaces”, indica.
Esta cantidad elevada, señala Pons, puede resultar tóxica para nuestras células. “Por ello, se deben realizar más estudios, ya sea para refinar su concentración o para ver si determinada concentración es viable para el consumo humano”.
En ese sentido, destaca que los hallazgos no dejan de ser positivos para la búsqueda de una nueva arma natural contra estos patógenos resistentes. “Se podría identificar mejor el principio activo y podrían volverlo más puro (para requerir menos cantidad por dosis)”, estima.
La hidroquinina es un alcaloide de la cinchona con fórmula C20H26N2O2. Foto: composición LR / Universidad de Oxford / NIH
La aparición y propagación de superbacterias se ha acelerado en los últimos años, particularmente durante la pandemia de COVID-19 debido al uso indiscriminado —e innecesario— de antibióticos, ya que esta práctica les permite a dichos patógenos adaptarse y desarrollar resistencia a dichos componentes.
Solo en 2019, se reportaron 1,27 millones de muertes por estas infecciones, más que el sida y la malaria.
Pons, cuya investigación se enfoca en esta resistencia antimicrobiana, nos cuenta que esta “pandemia silenciosa” ya no es algo lejano, sino una realidad, con casos de infecciones intratables cada vez más frecuentes.
En esa línea, el desarrollo de nuevos antibióticos se ha vuelto una necesidad prioritaria. Sin embargo, la mayoría de farmacéuticas han renunciado a esta tarea debido a los altos costos que demanda.
“Para encontrar un antibiótico, tienen que probar de 10.000 a 30.000 compuestos diferentes, y hacer ensayos clínicos para cada uno de ellos. Todo resulta en un costo muy elevado y no les sale a cuenta”, lamenta.
Asimismo, las pocas farmacéuticas que persisten en esta búsqueda, cuando logran desarrollar un nuevo antibiótico, “muchas veces resulta que es de la misma familia de los antibióticos que ya tenemos. Entonces las bacterias encuentran fácilmente la forma de volverse resistentes a estos nuevos fármacos”, explica.
Por estos motivos, los científicos están buscando compuestos totalmente nuevos en la naturaleza, en ecosistemas como el océano o la Amazonía.