Si al mirar la siguiente imagen observas un agujero negro que se está expandiendo, entonces un fenómeno impresionante está sucediendo en tu cerebro. Y es que, en realidad, la figura no está en movimiento y lo que estás experimentando es una ilusión óptica producto del desacuerdo entre la realidad y lo que tu mente cree que está mirando.
Ilusión óptica del agujero negro en expansión. Foto: Laeng, et. al. (2022)
En un estudio publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience, tres psicólogos de Noruega y Japón afirman que, ante esta ilustración, nuestro cerebro nos está preparando para un cambio radical de escenario: pasar de un brillo radiante a la oscuridad total. Aun si esta oscuridad no es real.
En su investigación, los expertos pusieron a prueba la imagen del agujero negro en expansión ante un grupo de 50 participantes con visión sana.
Primero evaluaron cómo el color del agujero interno y los puntos a su alrededor (de ese mismo color) afectaban a las respuestas mentales y fisiológicas de las personas. En las pruebas utilizaron el mismo modelo, pero con diferentes colores y patrones invertidos.
Así, identificaron que el efecto visual resultaba más efectivo cuando la mancha central y los puntos eran de color negro. Con esa ilustración, el 86% de los participantes experimentaron el efecto óptico de adentrarse a la oscuridad y, además, sus pupilas se dilataban inconscientemente.
En cambio, si la mancha central era blanca, las pupilas se contraían solo un poco.
Como se sabe, las pupilas se dilatan cuando nos exponemos a una situación de baja iluminación u oscuridad para así aumentar la cantidad de luz que recibe el globo ocular. Pero, ¿por qué ocurriría esta respuesta física ante una imagen?
Pupilas de un ser humano dilatadas. Foto: Focal Pointe Eye Care.
Los psicólogos han demostrado que “la pupila reacciona a cómo percibimos la luz (incluso si esta ‘luz’ es imaginaria como en la ilusión) y no solamente a la cantidad de energía luminosa que realmente entra en el ojo”, señaló el psicólogo Bruno Laeng de la Universidad de Oslo en Noruega.
“La ilusión del agujero en expansión provoca una dilatación correspondiente de la pupila, como sucedería si la oscuridad realmente aumentara”, sostuvo.
Esto significa que “el ojo se ajusta a la luz percibida e incluso imaginada, no simplemente a la energía física”.
Según su hipótesis, nuestro cerebro no observa la imagen real frente a nosotros, sino que intenta predecir cómo cambiará en el futuro cercano, dando la sensación de que todo se oscurece.
Los autores no están seguros de por qué el 14% de participantes del grupo no percibió ninguna expansión ilusoria.