El Observatorio de rayos X Chandra de la NASA (satélite artificial lanzado en 1999) y el telescopio Gemini North en Hawái consiguieron captar un potente chorro de materia y antimateria que ya fluyó a través de 64 billones de kilómetros a lo largo de la Vía Láctea.
Un comunicado de la agencia espacial estadounidense resaltó que este haz de partículas puede ayudar a explicar “la cantidad sorprendentemente grande de positrones”, identificados como la antimateria de los electrones que los astrónomos han distinguido en nuestra galaxia.
El púlsar, de nombre PSR J2030+4415, se encuentra a unos 1.600 años luz de la Tierra y mide 16 km de diámetro. Además, viaja en el espacio a una velocidad de 800.000 km/h y gira tres veces por segundo. Los hallazgos se presentaron en la plataforma de preimpresión arXiv.org; sin embargo, el estudio revisado por pares será subido a The Astrophysical Journal.
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En la imagen de portada elegida para esta nota se puede apreciar un tercio de la longitud del haz. El púlsar, de acuerdo al comunicado, se compara con el tamaño de una ciudad y se formó como resultado del colapso de una estrella masiva.
Martijn de Vries, becario postdoctoral en el Instituto Kavli de Física de Partículas y Cosmología en la Universidad de Stanford, primer autor del artículo, comentó: “Es asombroso que un púlsar de solo 10 millas de diámetro (16 km) pueda crear una estructura tan grande que podamos verla desde miles de años luz de distancia (…). Con el mismo tamaño relativo, si el filamento se extendiera desde Nueva York hasta Los Ángeles, el púlsar sería unas 100 veces más pequeño que el objeto más pequeño visible a simple vista”.
Un vistazo en primer plano del púlsar (véase la imagen colocada a continuación) nos ayuda a distinguir mejor los rayos X creados por las partículas arrojadas al espacio. La rotación rápida y los campos magnéticos generados conducen a una radiación de alta energía que crea parejas de electrones y positrones.
Un proceso habitual de la reconocida ecuación E = mc² de Einstein se invierte, por lo que la energía se convierte en masa.
Esta imagen muestra dónde se crean los rayos X por las partículas que vuelan alrededor del púlsar. Foto: rayos X: NASA / CXC / Stanford Univ. / M. de Vries; Óptica: NSF / AURA / Gemini Consortium
Los científicos habían observado, en luz de rayos gamma, mucho antes, que los púlsares se revestían de grandes “halos”. En relación con ello, se pensaba que los positrones energéticos tenían problemas en filtrarse al espacio, como lo detectado ahora último.
“Sin embargo, los filamentos de púlsar que se han descubierto recientemente, como J2030, muestran que las partículas en realidad pueden escapar al espacio interestelar y, finalmente, podrían llegar a la Tierra”, destacó la nota de prensa redactada por la NASA.