El mamífero conocido como oso hormiguero escamoso o pangolín malayo (Manis javanica) ha sido uno de los animales más señalados como sospechoso de ser el huésped intermedio del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.
Las evidencias genéticas recientes mostraron que el nuevo coronavirus probablemente se originó en los murciélagos, especie que habría infectado a huéspedes intermedios que aún son desconocidos, facilitando así su transmisión a los humanos y provocando la actual pandemia.
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Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto de Recursos Biológicos Aplicados de Guangdong, en China, ha determinado que el pangolín malayo no habría sido la fuente directa del brote de la COVID-19 en los seres humanos.
Los científicos reunieron el genoma completo de un coronavirus identificado en tres pangolines malayos con enfermedades respiratorias graves, los cuales habían sido interceptados por la aduana de la ciudad de Guangdong en marzo y julio del 2019.
Así obtuvieron un genoma llamado pangolin-CoV-2020, que resultó estar genéticamente asociado con el SARS-CoV-2 y un grupo de coronavirus de murciélagos. No obstante, un análisis adicional sugiere que la COVID-19 no surgió directamente del pangolín.
“Sugerimos que los pangolines podrían ser hospedadores naturales de betacoronavirus con un potencial desconocido para infectar a los humanos”, señalan los investigadores. “Sin embargo, nuestro estudio no respalda que el SARS-CoV-2 evolucionó directamente del pangolin-CoV”.
Asimismo, los autores de la investigación, liderada por el investigador Jinping Chen, resaltan que es posible que existan otros coronavirus en los pangolines. Por lo tanto, remarcan la importancia de vigilar el virus en esta especie, así como de minimizar la exposición de los humanos a la vida silvestre para reducir un riesgo de contagio de una nueva enfermedad.