Capis, la empresa de Jesús Andía y Fidel Manrique, producen anualmente 800 kilos de café obtenidos por la digestión del mishasho, el coatí que procesa en su estómago el café de mayor valor en el mercado mundial. , Luis Pérez / Revista Rumbos Quizá a simple vista parezcan los animalitos más juguetones y curiosos del mundo. Pero esa es solo una percepción. Ellos, cuando se sienten intimidados, son poco amigables, por más que el extraño solo quiera tener un acercamiento amigable. PUEDES VER: Satipo: festival en honor a la piña en la fiesta de San Juan de Mazamari Y es que el mishasho o nasua nasua, pequeño mamífero sudamericano de cola anillada, es absolutamente territorial. Eso no solo sucede ante la presencia de otros animales, sino, también, con los individuos de su propia especie. Por esa razón, de un momento a otro, se lanzan y atacan a otro mishasho. El mishasho suele ser travieso, pero muy agresivo. Foto: Ángel Chávez “Son buenos animalitos, pero a la vez, terribles. Es mejor observarlos desde lejos”, advierte Jesús Andía, un agricultor ayacuchano que, junto a su familia, encontró la tranquilidad en los cafetales de Satipo (Junín). Jesús, huyendo del terrorismo, se asentó en el caserío de Mapati (distrito de Río Negro), sin imaginar que este singular animalito le cambiaría la visión de muchas cosas. “Los mishashos se comían los cerezos de café. Las personas aquí lo consideraban como una plaga”. El coatí, atraído por el color rojo intenso y la dulce pulpa de los cerezos maduros de café, es un seleccionador natural. “Ellos saben lo que buscan. Es parte de su alimentación”, sostiene Andía, quien los conoce más que nadie. Saberes que nacieron luego de instalar un centro de rescate para los mamíferos. En el extranjero una taza de este café tiene un valor de 79 dólares. Foto: Ángel Chávez “En 2010, después de leer un libro sobre el kopi luwak o el café más caro del mundo, decidí abrir el establecimiento. Quise imitar una extraña técnica de Indonesia en la que se le quita el sabor amargo del café, a través del estómago de estos primos de los mapaches", cuenta. ¿El resultado? El café más fino y caro del mundo. Y es que el estómago del coatí tiene el poder de fermentar y alterar el proceso químico de los granos. Después de cuatro o seis horas de digestión, el café es expulsado para ingresar a un rosario de procesos (lavado, selección, secado, pilado y tostado). “Así se obtiene un café de intenso sabor y buen aroma. El kopi luwak huele a flores, y sabe a frutas y chocolates. Es único”, dice Jesús sobre el producto raro y exquisito que tiene un precio –por kilo– de 900 euros en el extranjero y 200 dólares en el Perú. Tan solo una taza cuesta 79 dólares en New York. Cusco es el principal mercado nacional del café Capis. Foto: Ángel Chávez “Pero antes de sentir esa magia en el paladar, primero preparamos el estómago del animal. Le brindamos un buen desayuno: avena y jack fruit, una fruta que posee siete sabores: plátano, mango, papaya, piña, durazno, manzana y guanábana”, afirma Jesús. El mishasho debe ser bien atendido. “Depende de su estado de ánimo la cantidad de granos que ingiera”, añade. Él sabe muy bien que no puede obligar al coatí a comer todos días los apreciados granos. El dulce del café elimina glóbulos rojos de la sangre. “Si hacemos eso tendremos animales anémicos. Solo son tres veces a la semana en las que sus organismos trabajan de esa manera. El resto de días, descasan y se recuperan”. Pero esta situación ha alarmado a los grupos animalistas. “Los más de 50 mishashos están en semicautiverio. También pasean por el campo y luego vuelven. E incluso, reciben el cuidado de un veterinario. Nosotros buscamos reinsertarlos a su ambiente natural”, es su respuesta ante la ola de críticas.