El Parque Nacional de Tingo María también alberga la espléndida Cueva de las Lechuzas. La enigmática gruta alberga un gran número de especies silvestres que viven cómodamente entre las sombras.,Estéfany Luján / Revista Rumbos En la frondosa vegetación propia de la Selva Alta de Tingo María (Leoncio Prado, Huánuco), se encuentra una gigantesca gruta de piedra caliza que alberga una colonia de aves, murciélagos, réptiles y muchísimos insectos. PUEDES VER: Reserva Tingana: el esplendor de la vida silvestre en San Martín Su nombre: Cueva de las Lechuzas en el Parque Nacional de Tingo María. Esta formación natural alberga forma de vidas que han logrado adaptarse a la penumbra. La más famosa es el guácharo, mal llamado 'lechuza' por los lugareños. Hacia el corazón de la Bella Durmiente Según los guías locales, la gruta de la Cueva de las Lechuzas es la abertura principal de un vasto y complejo sistema subterráneo, que recorre las entrañas de la cadena montañosa de la Bella Durmiente. Su belleza es innegable y constituye un gran potencial turístico para Huánuco. La cueva consta de tres grandes salas con impresionantes techos en forma de cúpulas. Sus estalactitas de caprichosas formas asombran a los visitantes. La primera sala es la que más luz recibe y mide 65 metros de largo. La segunda mide 60 metros y la tercera 85 metros. Aquí hay una pequeña abertura que lleva a una cuarta sala. Es pequeña y está a siete metros por debajo de la anterior. En esta sala la vida se limita a las especies de insectos que se alimentan con las semillas que caen a través del orificio de la anterior. Hay una quinta sala a la que se accede por una galería angosta donde no hay vida silvestre. Se dice que en la década de 1950, un colono francés, residente en la zona, atravesó el cerro de la Bella Durmiente ingresando por la Cueva de las Lechuzas. La travesía le tomó tres días. Guácharos: singulares aves nocturnas El guácharo es una especie excepcional. Se halla en amenazada y es la única ave frugívora nocturna. Vive en colonias y la parte alta de la caverna es su hábitat. Además, navega por ecolocación (emite sonidos en su entorno e interpreta los ecos que generan los objetos a su alrededor), como los murciélagos o los delfines. Llega a medir hasta 50 centímetros y es de color marrón con manchas blancas y negras. La palmera de pijuayo y el yutubanco constituyen su dieta favorita. Gracias a los guácharos, la vida en estas cavernas está asegurada. Sucede que el Steatornis sale en las noche para buscar comida, principalmente frutos y semillas. Precisamente, las semillas que deja caer sirven de alimento a la increíble diversidad de insectos que habitan la Cueva de las Lechuzas. Al ingresar a esta impresionante formación natural, el viajero sentirá que camina sobre millones de insectos y de otros artrópodos. La experiencia es única. Es recomendable portar una linterna para poder observar la fauna y flora que habita armoniosamente en medio de la semioscuridad. El destino es fascinante y, de ninguna manera, quedará decepcionado. El dato El río Monzón alimenta un río subterráneo -situado a la derecha de la Cueva de las Lechuzas- bastante caudaloso. Este sería el responsable de la formación de las grutas. También se le conoce como Quebrada de las Lechuzas. El Parque Nacional de Tingo María cubre unas 18 000 hectáreas y se encuentra aproximadamente entre los 700 y 1 000 m.s.n.m. Su temperatura media anual es de 24 grados centígrados.