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Política

Manolo Monereo: “Un país no puede vivir con una crisis de representación como la que se ve en el Perú”

El exdiputado Manolo Monereo, en entrevista con La República, sobre la casi nula aprobación de la población hacia el Ejecutivo y al Congreso, sostuvo que "si no hay cambio constitucional, el futuro del país será muy problemático".

Sin salida. Monereo lamenta que frente a la crisis no haya una alternativa viable. Foto: difusión
Sin salida. Monereo lamenta que frente a la crisis no haya una alternativa viable. Foto: difusión

El exdiputado español Manolo Monereo llegó al Perú para ofrecer una serie de charlas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos sobre el proceso constituyente en perspectiva comparada y el cambio geopolítico en el mundo. La República conversó con él acerca de la situación social y política nacional.

¿Diría que hay un clima favorable en la región para los procesos constituyentes?

Hay situaciones diversas, pero en Sudamérica en general se vive un momento de refundación, donde los problemas sociales se acumulan. Después de la Covid se ha vivido una situación de urgente necesidad de un cambio en el papel del Estado y de garantizar los derechos sociales. El problema es que algunos marcos constitucionales, como el peruano, no garantizan esos derechos. Hay dos maneras de cambiar esto: o con una reforma de la Constitución o con un proceso constituyente.

Como el que se intenta llevar en Chile.

— Que no es el mejor ejemplo. Pero tarde o temprano volverá la necesidad de que la democracia sea sustancial y no meramente formal. La condición para la primera es la garantía de los derechos sociales, es decir comprender que los seres humanos tienen necesidades y que la economía tiene que ponerse al servicio de ellas.

¿Pero se necesita una nueva constitución para que esos derechos funcionen?

— En general, sí, si se trata de un proceso constituyente serio. Yo en España voy a que me hagan un trasplante de riñón y no me cobran un riñón, me lo hacen gratuitamente porque cotizo en la sanidad española, que es un derecho social garantizado.

¿Le preocupa que gobiernos autoritarios utilicen los procesos constituyentes para mantenerse en el poder?

— Todo proceso puede tener su cara A o B. Normalmente, un proceso democratizador no puede servir para perpetuarse en el gobierno.

Hace unos meses, el gobernador de Puno, Richard Hancco consideró que lo de la asamblea constituyente debe quedar de lado. Foto: composición Gerson Cardoso-LR

Hace unos meses, el gobernador de Puno, Richard Hancco consideró que lo de la asamblea constituyente debe quedar de lado. Foto: composición Gerson Cardoso-LR

Debería.

— Debería ser así. Ahora, hay que decir también que, como todo en la vida, una Constitución no es un salvavidas. El asunto es que un derecho social se garantiza con un sistema social. Si los más ricos no pagan impuestos, no hay ese derecho social. ¿Eso está en la Constitución peruana? Es un asunto de voluntad popular.

A veces, la voluntad popular no nos gusta. Me dijo que el de Chile no es el mejor ejemplo. Ahí ha prevalecido, precisamente, esa voluntad popular.

¿Qué se necesita previamente para que haya un proceso constituyente?

¿Voluntad?

— No, tiene que haber un poder constituyente que tenga tanta fuerza en la sociedad como para dictar una nueva Constitución. ¿Por qué no hay aquí en el Perú una nueva? Porque no se ha visto una fuerza política o un conjunto de fuerzas que puedan empujar eso. En Chile hubo esas fuerzas; sin embargo, no existió la sabiduría ni la dirección para conducir el proceso. Eso no está garantizado. Al fin y al cabo, una constitución tiene dos objetivos fundamentales: servir de hoja de ruta de la transformación del país y garantizar los derechos fundamentales. Si hace esas dos cosas con inteligencia…

¿Es una buena constitución?

— Lo es. Lo otro es como lo que pasó en Chile: que una serie de asambleístas que representaban pequeñas porciones de la voluntad popular hicieran —sin ofender— una carta a los Reyes Magos. Una constitución no puede ser eso. Tiene que reflejar un amplio consenso social en esas dos direcciones que le digo: la hoja de ruta para transformar un país y la garantía de derechos sociales básicos.

Exdiputado resaltó la gran desaprobación que tienen los peruanos tanto del Congreso como del Ejecutivo. Foto: difusión

Exdiputado resaltó la gran desaprobación que tienen los peruanos tanto del Congreso como del Ejecutivo. Foto: difusión

¿Ve en el Perú un clima propicio para un cambio constitucional?

— Lo digo de otro modo: si no hay un cambio constitucional, el futuro del país será muy problemático. He vivido acá, conozco al país, lo sigo día a día. Mi impresión es que un país no puede vivir con una crisis de representación como la que se ve en el Perú. Al Congreso no lo quiere nadie. A la presidenta tampoco. Un país con una crisis de representación tiene dos caminos: una especie de degradación de la vida pública permanente y la conversión en un Estado fallido o bien la deriva a un Estado autoritario.

— Gramsci decía que las transiciones son aquellas en donde lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. En medio hay la deriva hacia la desintegración social, con la presencia de mafias, de corrupción, de un sálvese quien pueda y del crecimiento del autoritarismo. Más en concreto. Hay un momento para la reforma. Pero si esta no se hace, hay dos caminos: o la revolución o la reacción. La mirada prudente puede sugerir que un proceso constituyente es una mala idea, aunque, muchas veces, una reforma es la mejor alternativa. El Perú está preñado de una gran reforma. No es posible que un país como este haya tenido… ¿Cuántos presidentes en estos años?

A partir del 2016, seis. Debieron ser solo dos.

— Y los antiguos presidentes, en la cárcel o procesados. Claro, la institucionalidad de este país es como una demostración de que el hombre es un lobo para el hombre. Insisto, llega un momento en que, si la reforma no avanza, solamente quedan dos caminos: o la revolución o la reacción.

Mi duda es si una demanda constituyente es prioridad en un país que se enfrenta a una coalición autoritaria. Puede ser importante. No sé si urgente.

— Lo que le puedo decir es que una clase política inteligente debería ser capaz de identificar los problemas de un país y adelantarse. Me preocupa que haya tanto un gobierno en el Perú desprestigiado y autoritario como que, al mismo tiempo, tampoco haya una alternativa a él. Desde fuera, uno ve una crisis permanente y sin alternativa. Lo escribí en un artículo, de hecho. Ese es…

¿Su diagnóstico?

— Sí, una crisis sin alternativa, un dominio sin hegemonía. No hay un consenso en la sociedad y, encima, se balea a los que piden un cambio.

Profesión; periodista. Doctor por la Universidad de Salamanca (Instituto de Iberoamérica).