Pero PPK ya no puede seguir gobernando igual.,El presidente Pedro Pablo Kuczynski cometería un error grave e imperdonable si es que interpretara la votación de anoche en el congreso, en la que de manera angustiosa se salvó de la vacancia, como un aval para seguir gobernando como hasta ahora. Lo de ayer en el congreso fue la culminación de un año y medio de errores en los que primaron la mezquindad abusiva y la impericia irresponsable. Este pudo haber sido un gran lustro para el Perú, para el progreso del país y de la gente, para el fortalecimiento institucional, para llegar al bicentenario con una sensación de orgullo. Pero no será así por la imposibilidad de encontrar puntos de encuentro y de organizar una negociación básica entre un gobierno y una oposición que deberán responder ante la historia por su grave responsabilidad. Por un lado, la mezquindad abusiva de Keiko Fujimori por no poder procesar su derrota de 2016 y por su angustia por las investigaciones judiciales en camino como lava jato y Joaquín Ramírez, lo cual la llevó a usar el enorme poder de la aplastante mayoría parlamentaria de Fuerza Popular para la satisfacción de su interés personal, algo que cuestiona severamente su capacidad para gobernar el Perú con generosidad y lucidez. FP –cuya bancada dejó ayer constancia de su mediocridad– con la complicidad penosa del Apra, organizaron este golpe institucional con el único fin de sacarle la vuelta a una elección que perdieron aunque igual quieren controlar el gobierno; y, también, para capturar instituciones como el TC y el Ministerio Público, con el fin de sacarle la vuelta a la justicia. Pero si Fujimori ha demostrado inmadurez para usar su poder al servicio del país, Kuczynski ha evidenciado irresponsabilidad para organizar su administración con el fin de sacar adelante el gobierno a pesar de una situación adversa, ya sea negociando con la oposición o, al menos, confrontándola como recién lo empezó a insinuar anteanoche. Ambas tendencias aceleraron la crisis, con un telón de fondo con dos cortinas. Una es la de las investigaciones lava jato que alcanzan a casi todo el elenco político nacional. La otra es la de una ciudadanía con un hartazgo justificado por cómo se maneja el país. La inestabilidad se ha instalado en el país para quedarse por buen tiempo. Las cosas se van a poner peor antes de empezar a mejorar. Pero se puede desafiar al destino del colapso. La votación ajustada de anoche para parar el golpe fujiaprista debe ser una señal inequívoca de que Kuczynski ya no puede seguir presidiendo la nación como hasta ahora.