Memorias del caso peruano de esterilización forzada (BNP, 2014), coordinado por Alejandra Ballón-Gutiérrez, está a muy pocos ejemplares de agotar su primera edición. Sin duda el empujón final se lo ha dado, además de su calidad, el renovado interés en estos días por el tema, pronto a ser judicializado, es de esperar. Este trabajo científico, hecho por un puñado de médicos y otros especialistas peruanos y de fuera, busca establecer el contexto en que fueron esterilizadas 272,028 mujeres durante el segundo periodo de gobierno de Alberto Fujimori. No todo fue forzado en esta dramática cifra, pero se plantea que ese sí fue el caso de unos miles de mujeres. Son, pues, dos espacios diferentes los que están bajo observación en la obra: una política vasta que acudió a las esterilizaciones como propuesta social, y una práctica limitada de forzamiento a personas específicas. En ninguna parte se atribuye forzamiento al total de las esterilizadas, como postulan algunos de sus críticos. El texto del libro está acompañado de fotos y testimonios de las afectadas, recogidos en Piura, Ayacucho y Lima en 2012-2014. Estas fuentes primarias aparecen sin edición y sin análisis de por medio. Hay también entrevistas a familiares de afectadas, a médicos y a obstetras, y a entidades de los derechos humanos. Esta obra, y muchos otros trabajos académicos más que van en el mismo sentido, han venido propiciando como reacción un negacionismo que, según el caso, busca minimizar, deformar y hasta desaparecer lo sucedido con las peores esterilizaciones. Sin embargo el material de Memorias del caso peruano es abundante y contundente. Ese negacionismo hoy consiste en desmentir que las esterilizadas a la fuerza sean cientos de miles, algo que ninguno de los estudios sobre el tema ha dicho. Ciertamente la esencia del tema no está en la cantidad, sino en la naturaleza de las políticas, y los actos de violentación a los cuales ellas condujeron, no importa cuántos. Como dicen sus autores, “este trabajo académico se realizó con la esperanza de contribuir a fortalecer la democracia, elevar el debate de las políticas públicas de control demográfico, a la recuperación de la memoria y de los relatos inclusivos de la nación”. Una indispensable segunda edición ya está en marcha. No todo fue forzado en esta dramática cifra, pero se plantea que ese sí fue el caso de unos miles de mujeres.