En los bosques y grandes ríos de la selva, la naturaleza se muestra a plenitud. Ese acercamiento con la biodiversidad es el atractivo principal de Iquitos (Loreto), la capital de la Amazonía peruana., Gunther Félix Revista Rumbos El deslizador zarpa impetuoso para aventurarse por las aguas del río Amazonas. Su avance irreductible lo aleja de Iquitos (Loreto), una ciudad ‘sembrada’ en la espesura de la selva. PUEDES VER: Autoridad Nacional del Agua partició en Semana Turística de Nasca El viaje es un espectáculo fluvial en el que el torrente oscuro del río Itaya empieza a pintarse de marrón. Ese es el presagio, la primera evidencia del cauce más largo del mundo. Orillas de verdor. Lanchas que rasguñan las aguas. De pronto, el motor se acalla. Ahora se escucha la voz de la mismísima madre selva. Naturaleza pura en los oídos de los viajeros. Un estado de armonía que es interrumpido por un sonido inesperado. ¿Qué fue eso?, preguntan inquietos los pasajeros. Nadie responde. La duda continúa. El sonido renace. Proviene de algún punto del horizonte. Mirar, concentrarse, entenderlo todo. Misterio descubierto. Son los delfines rosados (Inia geoffrensis), criaturas de agua dulce que se escabullen de los clics de las cámaras. Vivaces, traviesos y hasta míticos, indigna saber que están en peligro de extinción. Ellos se sumergen. Retorna la calma. Ahora solo se ven burbujas. Continuar río arriba. Acercarse a la orilla para pescar en un brazo del río que parece una anaconda. Las pirañas nos esperan. Con ellas no se juega, pero tampoco se les teme. “No son peligrosas. Las películas les han dado mala imagen”, asegura el guía a la tripulación. A pescar sin miedo. Paciencia. Ellas son listas y no se dejan atrapar. Se roban la carnada. Otro intento. ¡Ahora sí! Una pica el anzuelo. Es gordita y de vientre naranja. Una de las 35 especies de pirañas que existen en el mundo. El premio se exhibe a los viajeros, luego se le regresa al río. Con los suyos, con su cardumen. Hay mucho por ver en la selva loretana. Un paraíso lleno de vida y de colores amazónicos. Aquí se imponen el calor y la humedad. Aquí, los boras –un pueblo ancestral– son los guardianes del bosque. El motor se enciende, la lancha vuelve a navegar. Todo es agua y verdor en el río más grande del planeta. La ficha En ruta: Vía aérea de Lima a Iquitos. Tiempo: 90 minutos. Ya en la ciudad diríjase a los embarcaderos turísticos del río Itaya. Prevenir: Lleve bloqueador y repelente. No olvide una gorra y un impermeable. Opciones: Aproveche la cuenca del Amazonas para visitar la comunidad nativa de los boras y el mariposario Pilpintuwasi. Planifica: Organice su viaje en www.ytuqueplanes.com.