Incursión que puede mellar al fujimorismo y a su anti.,En un país en el que la política no es edificante, pero nunca aburrida, Kenji Fujimori se está convirtiendo en uno de los fenómenos más sorprendentes de su historia reciente, pues puede mellar tanto al fujimorismo como al antifujimorismo. Kenji sorprende, primero, porque, habiendo sido considerado por muchos como ‘el tonto de la familia’, hoy despliega una estrategia muy inteligente que contrasta con las maniobras torpes de su hermana, a quien se veía como la heredera política del padre. Cada movida de Kenji evidencia los errores de ella. Frente al achoramiento de la Mototaxi, Kenji opone un buen humor que hace más notorio lo desagradable del estilo matonesco de Luis Galarreta, Lourdes Alcorta o Héctor Becerril, por solo citar a algunos de la guardia dorada de Keiko. Su ironía frente al equipo manejado por Ana Vega y Pier Figari, cuya arrogancia genera malestar creciente en Fuerza Popular (FP), le baja las llantas a un Mototaxi cada vez más –como le gusta decir a Alcorta– ‘brutante’, y que ahora podría coronar su brutalidad sancionando y hasta expulsando a Kenji del partido. Kenji también sorprende porque le enseña a Pedro Pablo Kuczynski que sin bancada –pero con habilidad–se puede paralizar a FP al demostrar lo absurdo de su estrategia de choque. Pero no solo es cuestión de forma. También, de fondo. Frente al conservadurismo recalcitrante asumido por Keiko y su grupo –para satisfacer a financistas que hoy tienen más alternativas para su dinero–, Kenji defiende los derechos de minorías sexuales; ante el intento de recortar la libertad de expresión sugerido por esa extorsionadora que es Alejandra Aramayo, Kenji plantea que la mejor ley de prensa es la que no existe; y cuando el cogollo de FP quiere jugar bowling con el gabinete, Kenji propone cooperación y “ponernos todos la blanquirroja” para “impulsar el crecimiento, la reconstrucción del norte y la seguridad ciudadana”. Es evidente, sin embargo, que la agenda de Kenji es mucho más simple: sacar como sea a su padre de la Diroes, con ley de arresto domiciliario, indulto presidencial o perdón médico. Pero lo más sorprendente de la incursión política de Kenji es que, ya sea por el manejo de las formas, como por el fondo de algunos de sus planteamientos, puede, por un lado, mellar al fujimorismo hegemónico que hoy administra su hermana; así como, por el otro, reducir al antifujimorismo al dar un nuevo rostro político que, si lo hubiera tenido Keiko, quizá hoy estaría en Palacio de Gobierno y no como visita del martes del presidente PPK.