Se va Thorne, se queda Basombrío, y Alarcón se ríe.,Necesitada de expresiones de poder, la oposición redondeó ayer en el congreso un tremendo faenón que contribuye a fortalecer su desprestigio creciente como un espacio en donde sobran la irracionalidad y la desvergüenza, y escasean la sensatez y la responsabilidad. Por un lado, volándose al ministro de economía y finanzas, Alfredo Thorne, e interpelando con un pliego de preguntas absurdo al ministro del interior Carlos Basombrío. Por el otro, haciéndose los locos con ese impresentable que aún funge como contralor gracias a la desfachatez y el blindaje de la oposición. La suerte de Thorne ya estaba echada. Los argumentos son endebles porque, más allá de un par de frases infelices forzadas por un contralor que fue a la reunión con la grabadora entre las piernas –algo quizá pactado con el fujimorismo–, no se percibe en el ya ex ministro la intención de extorsionarlo con una asignación presupuestal extra a cambio de que un informe sobre el proyecto de Chinchero estuviera alineado con la posición del gobierno. De otro lado, la suerte política del ministro Carlos Basombrío estaba echada hasta no hace mucho. Ello era evidente por las declaraciones de los congresistas de Fuerza Popular que de seguridad saben tanto como Edgar Alarcón de ética. El gran trío de expertos en seguridad de Fuerza Popular dijo sobre Basombrío que “no tiene capacidades, quizá se dé, pues, la censura luego de escucharlo” (Héctor Becerril); “puede renunciar o ser censurado sin necesidad de una interpelación” (Luis Galarreta); y “no hay necesidad siquiera de interpelarlo, hay que censurarlo” (Lourdes Alcorta). Esta columna se escribe antes de acabar la interpelación a Basombrío, pero lo más probable es que –como ya adelantó el nuevo patrón del fujimorismo, Mauricio Mulder– él continúe en el ministerio del interior, pero no porque haya convencido a la oposición al responder ese mamarracho de pliego de interpelación que le presentaron, sino porque no le conviene al fujimorismo echar a dos ministros en una semana pues, entonces, se fortalecería la percepción de lo obvio. Lo obvio es que la oposición no decide las censuras según el desempeño real de un ministro, sino por lo que decida la emperadora Keiko Fujimori con sus operadores del Apra. Y mientras tanto, Edgar Alarcón sigue bien sentado en la contraloría. Y, también mientras tanto, se sigue esperando conocer la estrategia del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski frente al alud de la oposición.