Tanto la oposición como el gobierno dan vergüenza.,Es decepcionante que cuando los políticos peruanos ven luz al final del túnel opten por construir más túnel. Esto se constata con frecuencia pero particularmente en estos días en que se agrava un entrampamiento entre el gobierno y la oposición que paraliza al país. Este entrampamiento constituye ahora el obstáculo más importante para la perspectiva económica. Según la encuesta aplicada esta semana por Apoyo Consultoría a los ejecutivos que participan del Servicio de Asesoría Empresarial (SAE), hay una marcada preocupación de la inversión privada por las consecuencias de un enfrentamiento que tiene una perspectiva de empeorar antes de mejorar. Casi 60% de los empresarios encuestados cree que el enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso se mantendrá o agravará en el futuro, lo cual produce una declinación de las expectativas para invertir, confirmando que la inversión privada no se va a recuperar en el segundo semestre de 2017. En ese contexto, una de cada cinco empresas prevé reducir personal en los siguientes seis meses. Esto no se explica por eventos económicos sino estrictamente políticos. Y la respuesta se encuentra, por tanto, en ese espacio y, más precisamente, en la necesidad de encontrar una solución al entrampamiento político entre el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y el congreso de Keiko Fujimori. Ambos son responsables, por diferentes razones, del tremendo despelote que se ha armado en el país y que apunta a agravarse. Fuerza Popular, porque se ha vuelto una agrupación cuyo único objetivo es demoler al gobierno debido a la incapacidad de sus dirigentes, empezando por Keiko Fujimori y su mototaxi –que ya parece combi asesina–, de reemplazar la frustración profunda derivada de su fracaso electoral, por la generosidad para decidir en beneficio del país y de sus ciudadanos. Y como a Fuerza Popular le sobra músculo pero le falta cerebro, recurre al Apra para conducir esa locomotora que lleva al país al abismo. El gobierno, por su parte, es prisionero de sus indecisiones que le impiden plantear una negociación directa con el fujimorismo, con transparencia frente al país, que implique, de continuar la actitud obstruccionista de Keiko Fujimori, tomar las decisiones extremas que la Constitución ofrece, incluyendo la disolución del Congreso. El fujimorismo por acción, y el gobierno por omisión, llevan al país al fracaso. Ambos dan vergüenza.