La división del Frente Amplio no es nueva, pero tiene un comienzo con nombre y apellido. Marco Arana pretendió abanderarse de la organización desde un comienzo y, como reconocen varios compañeros, empezó una campaña para intentar anular la figura de Verónika Mendoza, no solo al interior del partido, sino también como lideresa y vocera pública, pues a ella todavía le corresponde coordinar con la bancada que llevó al Congreso.Asimismo, Arana se viene encargando de cerrar el paso a todos aquellos cercanos a Verónika, lo que, recordemos, generó una ola de renuncias en Tierra y Libertad. Tiró al tacho el sueño de una izquierda unida, que a la luz de una sola inscripción, fuera de la mano –con todas sus diferencias– hacia lograr objetivos comunes. Y más allá de eso, se encargó de romper con toda la institucionalidad de su partido con tal de cumplir sus testarudos objetivos.Todo esto ha sido, evidentemente, público; es así que no cuento nada nuevo. Sin embargo, si el señor Arana decidió convertir a su partido inscrito en su chacra, no es justo que la bancada tenga que pagar los platos rotos. Las torpezas de Arana (sí, aquellas que llevan a toda la izquierda a patinar a nivel internacional incluso, como el video por el aniversario de Chavín de Huántar) deberían tener un límite, en especial, pensando en todos los cuadros de izquierda que siguen dando la pelea en el Congreso y fuera de él. Arana no es la izquierda y creo no equivocarme al decir que tampoco la representa, ni la representó. Y a los números me remito. ¿O acaso Marco no se acuerda de todas las irregularidades que se dieron en las primarias de Cajamarca sin las cuales no hubiera podido ser elegido candidato al Congreso? ¿O acaso busca aprobar todo al caballazo porque sabe que sigue sin contar con un respaldo contundente, esta vez al interior de su bancada? ¿A qué le teme, señor Arana, que abandona las prácticas democráticas de esa manera? Quizás no solo el miedo, sino los millones de soles que su partido recibiría por el financiamiento del Estado, sean el motor de su egoísmo.En fin. Ahora resulta que este señor quiere cambiar el reglamento interno de la bancada del FA, sin consultar al número correspondiente de integrantes (al caballazo, como decimos). También quiere hacer un nuevo código de ética, nuevamente sin consultar, para poder botar a Richard Arce. Arana se ha confundido de enemigo y libra una lucha solitaria. La izquierda avanzará, mientras este señor retroceda, así de sencillo. Y mientras esto pasa, nuevas figuras siguen integrando las filas del Movimiento Nuevo Perú, agrupación que todavía está a tiempo de no cometer los mismos errores y de salir empoderada hacia las elecciones. Esperemos con expectativa y optimismo ese proceso, siempre mirando hacia adelante. La izquierda todavía tiene mucha valentía que ofrecer.