En estos últimos días un nuevo escándalo político llena las páginas y pantallas de los medios. Se trata del “chuponeo” a Ollanta Humala, Nadine Heredia y a su entorno más cercano que probaría dos temas centrales: a) el manejo del financiamiento de la campaña electoral; y b) el tema de Madre Mía donde se confirmaría la compra de un testigo que cambió su versión para exculpar a Humala de la desaparición y asesinato de dos personas en 1992 cuando era miembro de las FF.AA. Como sabemos no es la primera vez que escándalos como estos se presentan. Todavía guardamos en la memoria el caso de los Petroaudios, la interceptación a Lourdes Flores cuando fue candidata a la alcaldía por Lima, el seguimiento a la exvicepresidenta Marisol Espinoza por miembros de inteligencia. Sin embargo, el caso de Ollanta Humala es particular. No solo porque se trata de un expresidente que fue “chuponeado” en plena campaña electoral, sino también porque ese mismo “chuponeo” data de hace seis años y ahora, extrañamente, sale a la luz. Por otro lado, es un error pensar que este “chuponeo” recién se conoce. El periodista Miguel Ramírez del diario Trome ha publicado un artículo (02/05/17) en el que cuenta que a fines de mayo de 2011, a pocos días de la segunda vuelta, Edmundo Cruz, periodista de La República, le dijo que una fuente policial le informó que por una “orden de arriba” se había ordenado “chuponear” al candidato Ollanta Humala y que eso era “ilegal”. Incluso añade Ramírez que el mismo policía le hizo escuchar a Edmundo Cruz varios audios “donde Humala conversaba con sus principales dirigentes”. Parte de esos audios fueron publicados por el propio Cruz en La República en ese tiempo. Hoy sabemos además que no solo existen grabaciones sino también fotos y videos que comprobarían la compra del testigo en el caso de Madre Mía. Era, por lo tanto, un típico operativo de inteligencia. Según Ramírez, la fuente de Cruz era un policía antidrogas, “del equipo electrónico Constelación”, que la Embajada norteamericana “donó para hacer interceptaciones telefónicas legales y combatir el narcotráfico y el terrorismo” y que hoy (se refiere al año 2011) se estaba utilizando para “acciones políticas”. El equipo electrónico Constelación llegó a nuestro país el año 2007 y debido a una serie de problemas, entre ellos la oposición de las compañías privadas de telefonía, comenzó a operar en 2009. Sin embargo, el dato más importante es que este equipo es supervisado por la DEA. Una nota de Óscar Castillo (El Comercio: 30/11/11) cuenta la historia de la llegada de este equipo y cómo la propia DEA fue la que no solo lo instaló sino también la que seleccionó al personal, previo paso por el detector de mentiras. Incluso se dice en predios de inteligencia que la utilización del equipo Constelación requiere, en cada caso, de la previa aprobación de la DEA. En este contexto habría que hacer algunas puntualizaciones: a) ¿sabía la DEA, es decir la Embajada norteamericana, que Constelación se estaba utilizando para fines políticos? Menciono a esta Embajada porque según el “Acuerdo Operativo entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de los Estados Unidos de América para el proyecto de control de drogas”, firmado en julio de 1996, los miembros de la DEA están adscritos a dicha Embajada; b) si bien se puede especular que el gobierno de EE.UU. ha podido estar interesado en saber los puntos débiles de Humala (algunos piensan que esta es la razón de su posterior derechización), también se puede decir que es poco probable que la DEA, es decir la Embajada norteamericana, haya aceptado que se utilice este equipo para fines políticos por temor a un escándalo diplomático; c) si ello es así existe la posibilidad de que no haya sido el equipo Constelación el que realizó el “chuponeo” sino más bien los aparatos de inteligencia. Edmundo Cruz en una reciente entrevista al programa radial “No Hay Derecho” ha dicho que un micro fue implantado en el local del Partido Nacionalista, hecho que ratificaría que fue un operativo de inteligencia y no de la DIRANDRO, que es el que tiene el equipo Constelación. Todo ello abona para decir, como lo afirma el propio Cruz, que Alan García y el ministro del Interior sabían del operativo. Con esta explicación no pretendo defender a Ollanta Humala y menos avalar lo de Madre Mía. Si como todo indica hubo una compra de un testigo para ocultar un delito grave, Humala tendrá que enfrentar la justicia una vez más y asumir las consecuencias. Me interesa más bien decir que el espionaje no solo afecta y degrada la política y la democracia sino también incrementa el poder de algunos medios de comunicación que se convierten en los “árbitros de la verdad”, al informar unos hechos y omitir otros. Por eso no nos debe extrañar que hoy muchos medios no se pregunten algo que es obvio: por qué y con qué finalidad estos audios aparecen seis años después y en medio del escándalo Odebrecht. Y por qué no se preguntan quién ordenó este chuponeo.