El ataque de Trump con misiles a un aeropuerto sirio se ha hecho por encima de su propio Congreso y sin consulta a los otros Estados involucrados, comenzando por Rusia, la Unión Europea, el propio país atacado, Siria, y, también, China. Hay dos temas clave que van más allá de la coyuntura. El primero es el declive, relativo, de la hegemonía económica y política de EEUU. Después de la II Guerra EEUU tenía el 28% del PBI del planeta y el 49% de la producción industrial. A fines de los 80, EEUU derrotó políticamente a la URSS y habría una larga era de hegemonía unipolar. Siempre ha habido un país hegemónico para garantizar el “orden”. Grecia, Roma, España, Inglaterra, EEUU, en Occidente. El imperio otomano, Persia, India y China en Oriente. Cuando no lo hay, como después de la I Guerra, cunde el desorden. Lo que se “arregla” con otra guerra que vuelve a poner orden. Pero nada dura para siempre y no hay razón para decir que habrá hegemonía de EEUU per secula seculorum. Después de la II Guerra Mundial Europa y Japón se reconstruyeron. Algunas economías se volvieron “emergentes”, donde destacan los BRICS, pero sobre todo China. Cada cual pelea por un lugar en el poder mundial. EEUU trató de volver a 1945 –después del ataque a las “torres gemelas” en el 2001– con la invasión a Irak (que nada tuvo que ver en ello) y Afganistán. Pero fracasó y desestabilizó a todo el Medio Oriente. La crisis siria del 2013 y los titubeos de Obama para intervenir revelaron claramente los límites de la hegemonía USA y la emergencia de nuevas potencias. Se suponía, entonces, se venía la era multipolar, donde el “orden” dependería de entendimientos múltiples y ganaría fuerza alguna forma de gobernanza mundial. ¿No era ese el camino seguido por la integración europea con mercado y moneda común, habiéndose planteado una Constitución común? Por ese camino avanzaban el Mercosur, la Comunidad Andina, el EFTA y la ASEAN, entre otros. La Organización Mundial de Comercio podría haber provisto las bases, no solo para la desgravación arancelaria, sino también para los “nuevos temas” que venían de la mano con la globalización. Pero no se pudo porque los países más grandes querían abrir los mercados de los países pequeños pero no los suyos (por ejemplo, los mercados agrícolas). Y la resistencia de las economías emergentes fue grande: querían su sitio en el nuevo tablero (1). Las empresas multinacionales y sus Estados quisieron “sacarle la vuelta” a la OMC con los TLC, el NAFTA y el TTP. Plantean que “todos ganan” con el libre comercio y con las nuevas reglas en propiedad intelectual, servicios, normas laborales y solución de controversias. Pero no “todos ganan”. Y, en un régimen democrático, los perdedores del “libre comercio y del libre mercado” pueden cambiar las cosas, ganando las elecciones. Ojo. Dani Rodrik dice que hay un trilema entre democracia, globalización y soberanía. Solo puedes tener dos, nunca los tres. Trump arremetió contra el “libre comercio” para echar a los inmigrantes y, supuestamente, devolver los empleos para que “América sea grande otra vez”: mi Estado Nación va primero, fuera el NAFTA (2). Lo dijo para ganar las elecciones, ¿lo cumplirá? El retroceso ya había comenzado en la cuna europea con el Brexit, que podría haber seguido en Austria y Holanda y que hoy está presente en las elecciones francesas. Las quejas son contra la burocracia de Bruselas, la crisis económica, la pérdida de soberanía y la migración proveniente del África, el Medio Oriente y el este de Europa. En EEUU se va a construir un muro. La tendencia es al desmembramiento. El telón de fondo es la crisis económica y financiera que sigue golpeando a los “países industrializados”, lo que algunos llaman “estancamiento secular” y otros una “crisis sistémica” de enormes proporciones que tenderá a agravarse con la economía digital que suprime empleos (Uber, Amazon) y el proceso de robotización. Hay gran discusión sobre sus causas y consecuencias. Pero la crisis y estos nuevos temas están allí. Resumiendo, hay un Trump que reafirma su Estado Nacional y sus intereses estratégicos, en medio de la globalización liderada por las transnacionales que, a pesar de todo, son “sus” empresas (3). En la UE la tendencia a su liquidación es grande. Y los nuevos actores en la disputa de parcelas regionales de hegemonía quieren hacer valer sus armas: Rusia e Irán en el actual conflicto sirio y China, en otro contexto. Si la globalización está cuestionada (allá), por haber ido demasiado lejos y los Estados Nación luchan por sus intereses estratégicos en lo económico y político, ¿no es hora ya de replantear las ideas obsoletas de que el “libre mercado” lo arregla todo y de que no puede haber soberanía en plena globalización? Digo, es un decir. (1) Los Estados Nación viven y colean, www.cristaldemira.com, 26/12/2016 (2) Ahora se sabe que México ha perdido con el NAFTA. Ver Mark Weisbrot, CEPR, Marzo 2017, http://cepr.net/images/stories/reports/nafta-mexico-update-2017-03.pdf?v=2 (3) No lo logrará, pues no se puede volver al pasado. Lo que es peor, su bombardeo en Siria contradice su posición “aislacionista” y ni cuenta se da que nos puede llevar a una guerra nuclear (¿o sí?).