El revuelo causado por las recientes declaraciones del congresista Bienvenido Ramírez, de Fuerza Popular, podría ocultar su trasfondo político. Sostener que leer mucho produce Alzheimer es tan risible, que se corre el riesgo de tomarlo a la ligera. Porque lo cierto es que el congresista nos alerta, sin proponérselo, acerca de otro síndrome degenerativo: el odio antiintelectual de los populismos. Isaac Asimov lo definió así: “El antiintelectualismo es el culto a la ignorancia. Ha sido una constante en nuestra historia política y cultural, promovida por la falsa idea de que la democracia consiste en que ‘mi ignorancia es tan válida como tu conocimiento’.” El Alzheimer es una enfermedad real y terrible, que afecta a millones de personas en el mundo. Lo hace con independencia de que cultiven hábitos de lectura, la verdad sea dicha. Me consta que hay personas que sufren de Alzheimer habiendo sido grandes lectores y otros que nunca lo fueron. Lo que sí ocurre es que la lectura podría detener el avance de ese proceso, cuya cura desconocemos. Pero no sabemos más. En cambio sabemos que los populismos autoritarios prefieren masas ignorantes y manipulables. Por eso detestan a quienes los enfrentan con argumentos y conocimientos. De ahí que se inventen enfermedades como la de la lectura, caso del pensamiento Bienvenido, o bien la homosexualidad. Enfermedades imaginarias a las que convendría agregar la libertad de expresión y pensamiento. Por eso no es coincidencia que FP pretenda legislar en contra de los derechos de los grupos LGTBI, así como intenta hacerlo contra la libertad de prensa. El pensamiento retrógrado del fujimorismo y sus aliados es una cuestión de poder. Con certeza, algunos de sus integrantes no comparten esas ideas reaccionarias. No importa. Esa es precisamente la prueba de que se trata de poder. En una encuesta de Ipsos que cita Alfredo Torres en su artículo dominical en El Comercio, acerca de la educación sexual y la homosexualidad, el 50% de los peruanos es moderadamente conservador y el 20% ultraconservador. Solo el 30% abraza un pensamiento liberal. Es a ese 70% que apunta la estrategia fujimorista, cada vez más oscurantista. Aunque las encuestas no parecen estar dándoles la razón en sus posturas autoritarias y en contra de derechos fundamentales (Keiko Fujimori ha llegado al 55% de desaprobación, subiendo 17 puntos según GfK), ellos persisten. Acaso acicateados por el asedio del menor de los Fujimori, quien parece haber encontrado, en esa regresión política, un terreno fértil para desmarcarse de su hermana. No hay que ayudarlos ni aconsejarlos. Es preferible que se hundan en el abismo de la historia. Lo que urge es persistir en la mejora de esa educación que ellos han procurado, descaradamente, disolver. La censura del ministro Saavedra fue un mensaje que no podemos desoír.