Javier Del Río: el arzobispo humillador ‘grandemente’.,El arzobispo de Arequipa Javier del Río se esfuerza para que, a su lado, el cardenal Juan Luis Cipriani parezca un social demócrata, y en el plano intelectual toda una eminencia. El asunto empezó cuando Del Río usó el nonagésimo aniversario de la fiesta del Señor de la Amargura para meterle su chiquita al gobierno, a través del ministro Salvador del Solar: “Yo quería pedirle, señor ministro, humildemente, que transmita al señor presidente y a la señora ministra que esta confusión que se ha creado se puede terminar con dos renglones: queda prohibido en todos los colegios del Perú introducir ideología de género”. Entonces el ministro de Cultura le dio una clase de cultura y elegancia al arzobispo: “Lo que veo humildemente, y con todo respeto, en el Señor de la Amargura, es un Cristo que carga una cruz y me pregunto quién le puso esa cruz. Se la pusimos nosotros juzgándolo y llevándolo al calvario. Tengo la impresión de que como sociedad les estamos poniendo la cruz a personas que consideramos que no entran en los moldes de nuestra manera de ver las cosas”. Casi un mes después, el arzobispo respondió al ministro empezando con una pachotada: “Sabe de telenovelas y creo que estudió un posgrado, pero no sabe de la Biblia. Yo no estudié para ser actor. Yo soy doctor en teología, ¿cómo me voy a poner a discutir con él? Lo humillaría grandemente”. Y con la sabiduría de gran interprete concluyó: “Cuando Jesús nos dijo ‘amaos los unos a los otros’, lo que quiso decir fue: no ámense los unos a los unos, es decir los unos a los idénticos, los unos a los que pensamos exactamente igual, sino tener un amor sin límites”. Y concluyó que Del Solar “manipuló de un modo grosero las sagradas escrituras” para defender a la ideología de género “porque sacó una frase de todo el contexto de la Biblia y la interpretó a su manera”. El arzobispo cree, como los fujimoristas de antaño de la ‘interpretación auténtica’, o las de ahora con su ‘objetividad periodística’, que él es el gran y único intérprete. El filósofo y teólogo Raúl Zegarra escribió anteayer en El Comercio: “No hace falta ser doctor en teología, sino más bien conocer un poquito de historia y tener algo de sentido común, para saber que en la interpretación de las Sagradas Escrituras no es fácil tener la última palabra”. Agrega que San Agustín propone un principio rector para interpretar la Biblia: la caridad, el amor, y pregunta quién manipula las escrituras, el que sin ser teólogo las usa para invitarnos a amarnos los unos a los otros, o el que sus estudios le llevan por el otro lado. Con curas como Javier Del Río, la iglesia se va a quedar sin feligreses.