La derecha religiosa ha decidido que esta es la hora de escalar la ofensiva contra las personas y comunidades LGBT o LGBTQ (las siglas cambian) que reclaman derechos en la sociedad. La martingala que se ha sacado de la manga es una supuesta “ideología de género”, cuyo pecado sería no participar de las enseñanzas tradicionales de las iglesias.La pomposa expresión va contra la idea de que la identidad de las personas no está biológicamente determinada al 100%, sino que tiene mucho de construcción social, y puede trascender la antinomia femenino/masculino. Esto vale para cómo se perciben, es decir se viven, a sí mismas las personas y también para cómo las vemos nosotros.Por qué esta noción científica, anclada en la realidad, que es calificada de ideología resulta un misterio. Quizás es porque lo ideológico tiene un bajo prestigio en estos tiempos, como también tiene un bajo prestigio el fanatismo religioso, siempre apoyado en el irracionalismo. El mecanismo propagandístico sería: verdad irrefutable versus ideología.Las comunidades LGBT han venido avanzando mucho en su lucha por ser reconocidos como ciudadanos portadores de los mismos derechos que los demás. En ello estos movimientos son parte de una lucha contra todo tipo de discriminación, que tiene varios siglos y que es uno de los pilares del mundo moderno. Aunque todavía la discriminación es un problema.Hubo oposición de las derechas religiosas a todo avance en la historia, y lo hicieron entregando argumentos a los enemigos de la liberación de los esclavos, de la igualdad racial, de la igualdad de las mujeres, incluso de los más elementales avances democráticos. Hoy les toca el turno a las sexualidades e identidades diferentes. En el 2016 ya casi 20 países con Estados cabalmente laicos habían aprobado el llamado matrimonio gay, cuatro de ellos en América Latina. En el Perú el tema sigue siendo polémico, y propicia el activismo de un sector de la Iglesia Católica, hoy precisamente bajo esa tonta banderola de la “ideología de género”.Así, pronto veremos a la intolerancia de siempre envuelta en los nuevos harapos conceptuales de una “ideología de evolución” (contra Darwin), de una “ideología de evangelismo (contra los protestantes) o incluso, por qué no, de una “ideología de igualdad” (contra los que postulen esa peligrosa idea post-franquista).