El gobierno de turno llega a su final y, mientras que deja interesantes avances en materia de educación y de programas sociales, también finaliza con una de las aprobaciones más bajas de los últimos años. La inseguridad ciudadana es hoy, más que nunca, un pendiente clave para la siguiente administración. La falta de liderazgo del Presidente y el desastroso manejo de los conflictos sociales han marcado la pauta de un gobierno mediocre. Sin embargo, uno de los más grandes pasivos es arrastrado por la figura de Nadine Heredia. No es poca cosa que uno de los rostros más visibles de este gobierno, y cuyo autoritarismo al interior de Partido Nacionalista les costara 21 congresistas y numerosas vergüenzas, tenga impedimento de salida del país y una investigación que podría extenderse hasta 36 meses. Pero las consecuencias de estos manejos no solo serán penales, en los casos que lo ameriten, sino que han sido y serán políticas, por tratar de sepultar sistemáticamente lo poco que quedaba de decente en este último Congreso. Tras la injusta sanción a Javier Diez Canseco, dirigida por órdenes de Nadine Heredia, el siguiente Congreso, de mayoría fujimorista, tendrá pendiente finalizar con el proceso ordenado por el Poder Judicial, en el que se borren por completo los registros de una acusación falsa contra el fallecido congresista, y que solo respondió a los odios y caprichos políticos de la primera dama. La cosa no acaba ahí, ya que el congresista Juan Pari, uno de los renunciantes a la bancada nacionalista, anuncia que llevará el informe –en minoría– de la Comisión Lava Jato al Ministerio Público y a la Procuraduría Anticorrupción. Pocos días le quedan a Ollanta Humala como Presidente, quien podría terminar siendo parte de la investigación por lavado de activos que se viene.