El pedido fujimorista de disculpas por lo que consideran insultos recibidos durante la campaña sigue sobre la mesa. Pedro Pablo Kuczynski ha respondido que él no es orgulloso, y que está dispuesto a disculparse, pero todavía no lo ha hecho realmente. Quizás espera aprovechar la visita de Keiko Fujimori. Por su parte, Verónika Mendoza ha dicho que sus acusaciones al fujimorismo no son agravios, sino la verdad. De modo que ninguna disculpa por ese lado. Fuerza Popular ha respondido vía un congresista: los izquierdistas del Congreso son sucios y mal vestidos. Tampoco hay perspectivas de disculpa en este terreno. Nada está aplacando las furias de una campaña feroz, y algunos creen que una ronda de disculpas podría hacerlo. Pero las cosas están llegando a un punto en que si PPK se disculpa fuera de contexto, va a parecer que lo está haciendo por haber ganado la elección. Pues sus pullas por el camino ya están olvidadas por el público. ¿Han sido dichas realmente cosas tan fuertes? Eso siempre depende del pellejo de quien las ha recibido. Pero es cierto que las famosas redes sociales le han dado un giro potenciador al arte del insulto. Al añadirle la impulsividad de lo electrónico, le han quitado reflexión. Allí todo tiene la calidad irritada e irritante de un grito. En términos de un pulseo en el poder, disculparse ante Fujimori es reconocer que su gran votación la legitima en términos institucionales, y en esa medida es una ceremonia indispensable para todas las partes. El tema, pues, no es realmente lo que ha sido dicho, sino lo que va a suceder de aquí en adelante. Es casi seguro que los insultos van a seguir. Ellos son parte de los furores en la competencia democrática y, si no difaman ni calumnian, son parte de la libertad de expresión. Cuando son precisos, o por lo menos ingeniosos, es muy poco probable que las disculpas los borren. Pero disculparse sí mantiene a la pelota política rodando. Los gobiernos que se hicieron cruentas guerras a lo largo del siglo XX ahora se disculpan entre ellos, y esas ceremonias son importantes para sus relaciones. Disculpas mutuas es lo que ahora está necesitando el Perú.