Una hipótesis de esta columna a lo largo de la campaña fue que Keiko Fujimori no ganaría la elección porque el fujimorismo duro llamado albertismo no le permitiría tomar una verdadera distancia. Pero a partir de un punto en la segunda vuelta la hipótesis demostró tener una importante falla interna. En realidad Keiko Fujimori traía el hándicap electoral de los años 90 puesto, cubierto por una delgada capa de impostación. El fragor de la contienda puso todo al descubierto, lo cual cambió la imagen de la candidata y la privó de una importante ventaja. A la postre fue ella misma la que trajo el albertismo a su campaña. Los graves destapes de los medios obligaron a Fujimori a pasar a la defensiva, y junto al sonriente rostro de la temprana candidatura apareció otro, mucho más a la medida de las necesidades del antifujimorismo en campaña. Fue en esa coyuntura que Pedro Pablo Kuczynski empezó el aprendizaje rápido que le ha dado el estrecho margen de victoria. Un primer efecto del cambio de imagen fue terminar de debilitar el argumento de que los candidatos eran lo mismo, y le abrió las puertas al ingreso de la izquierda a la votación pro-PPK como frente antifujimorista. Un frente llamado a durar un instante, pero decisivo en la lucha por un puñado de votos finales en junio. Un segundo efecto fue que el enredo de partida de Fujimori en ceremonias turbias de los años 90, unido a su control formal del Legislativo, fortaleció la idea de que la historia familiar podía repetirse fácilmente. En verdad la imagen es que ya se estaba repitiendo, lo cual espantó a otros votantes decisivos en todas las tiendas. El primer anuncio de que Fujimori ganaría o perdería por un porcentaje mínimo, y de paso el mensaje de que ella era derrotable, apareció en la primera vuelta, cuando las preguntas encuestales sobre segunda vuelta empezaron a mostrar la posibilidad de un desenlace como el que estamos presenciando. Alguien podrá decir que estaba escrito. El segundo aviso fue cuando en los días finales el tracking privado de las campañas empezó a mostrar que la candidata estaba estadísticamente paralizada, mientras que PPK empezaba a subir.