La Constitución de Bolivia del 2009 dice que los recursos naturales deben ser industrializados “para superar la dependencia de la exportación de materias primas y lograr una economía de base productiva, en el marco del desarrollo sostenible, en armonía con la naturaleza” (Art. 311). Y se ha avanzado. Primero, YPFB, la estatal petrolera, licitó la Planta del Gran Chaco, terminada en el 2014. La Planta extrae los líquidos del gas natural (GLP, diesel, nafta, etano e isopentano) para aumentar la oferta y aprovechar sus elevados precios internacionales. Antes Bolivia exportaba “gas húmedo” a Brasil y Argentina y obtenía solo una fracción de los ingresos por los líquidos, los que sí eran recuperados en los mercados finales (1). Ahora exporta sus excedentes de GLP, lo que incluye al Perú. La industrialización propiamente dicha ya comenzó. Samsung ganó en 2013 la licitación para una planta de amoníaco y urea con una inversión de US$ 862 millones, que estará terminada este año (2). Producirá 750,000 toneladas anuales de urea y 400,000 Ton/año de amoniaco, lo que le dará a Bolivia el sexto lugar en la región. Los fertilizantes proveerán nitrógeno para la soya, maíz, arroz, papa, girasol, trigo y caña de azúcar. Dice YPFB que el 20% de los fertilizantes servirán para la agricultura del mercado interno y el 80% será exportado a países vecinos. El Perú tiene gas pero no produce ni un gramo de amoníaco ni de urea. YPFB inauguró la semana pasada una planta de Gas Natural Licuefactado (GNL) en Río Grande, Santa Cruz, construida por Sener y Ros Roca, con una inversión de US$ 205 millones. Se procesarán 12.8 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) para atender, con camiones cisterna, 140,000 hogares de 27 localidades alejadas de los gasoductos. YPFB invirtió US$ 240 millones en las redes de gas de los municipios conectados al sistema de GNL. En el Perú, la empresa Perú LNG ha construido una planta de GNL de 620 mmpcd, que no atiende al mercado interno y solo exporta gas del Lote 56 a México, a precios irrisorios y en condiciones decididas en 100% por los consorcios, que incluso lo han reexportado a terceros países a mayores precios, sin decirle nada al Estado peruano (3). El gobierno boliviano ha impulsado una agresiva masificación del gas. En el 2005 había 25,000 hogares conectados, pero al 2015 ya hay más de 550,000 conexiones domiciliarias ( 22 veces más), invirtiendo 5,713 millones de bolivianos (US$ 800 millones) (4). Ahora hay 2.5 millones atendidas (5 personas por hogar). La cifra es impresionante: de los 10,7 millones de bolivianos, el 25% ya tiene acceso a gas natural, mucho más barato que el GLP. La comparación con Perú da vergüenza. A diciembre del 2015, según el MINEM, la empresa Calidda tiene 340,000 hogares conectados, desde el 2004, fecha en que llegó a Lima el gas de Camisea. Son 1´700,000 personas, solo el 5.6% de los 30 millones de peruanos. En Bolivia las conexiones domiciliarias están descentralizadas: El Alto (30% del total de 550,000), Santa Cruz (19%), Cochabamba (18%), La Paz (13%), Chuquisaca (6%), Potosí (5.8%), Oruro (7.7%). En el Perú, 11 años después, apenas ha comenzado la descentralización. Es la diferencia entre, de un lado, el “libre mercado” y, de otro, el impulso directo del Estado, junto a su empresa pública, para proveer energía barata a sus compatriotas. En Bolivia están terminados los estudios de factibilidad para la petroquímica (PQ) del etano y del metano, por la italiana Tecnimont y se espera la mejor ocasión para la licitación. En el Perú, el Estado ha decidido abstenerse, no solo de impulsar la PQ en Ilo y Mollendo, abastecida por el Gasoducto Sur Peruano, sino incluso de coordinar las diferentes políticas necesarias para un complejo industrial de gran envergadura. No habrá PQ en el Perú si no cambiamos esta política. Todo esto ha sido posible porque en el referéndum del 2003, más del 93% de los bolivianos le dijo NO a los planes de Repsol para exportar el gas a EEUU vía Chile. Posteriormente, bajo Morales, se renegociaron los contratos, obteniéndose la propiedad del 100% de la molécula y una mejora sustancial en la renta. Dato: todas las empresas importantes (Petrobras, Repsol) aceptaron la renegociación y han aumentado los montos de inversión. Los mejores ingresos por la exportación a Brasil y Argentina (a precios cuatro veces superiores al Henry Hub de EEUU) han permitido un superávit de la cuenta corriente (hasta el 2014), a lo que se agrega a la preservación de los equilibrios macroeconómicos. Bolivia ha venido creciendo más que Perú en los últimos años, a la vez que reduce la pobreza y la desigualdad (con políticas como la masificación del gas). Al escribir este artículo no sabemos el resultado del referéndum en Bolivia. Pero sí estamos convencidos de la necesidad de recuperar la propiedad de la molécula de los hidrocarburos, de masificar el gas, de la necesidad de su industrialización y el impulso a la PQ para superar la dependencia de las materias primas. Tenemos mucho que aprender (sin calco ni copia) de nuestros hermanos bolivianos. (1) En el Perú el Consorcio Camisea separa los líquidos en Malvinas y luego estos se separan en sus diversos componentes en la planta de Pisco. Pero no se separa el etano, que se “quema” junto con el gas natural. (2) http://goo.gl/GCImHN (3) http://goo.gl/KKexs3 (4) Diario La Razón, http://goo.gl/UuZo0Y Nota: Este columnista responderá mañana al artículo del gas natural de Piura del 21/02/16