Las fuerzas de centro-derecha se han dividido en cuatro candidaturas con alguna posibilidad de alcanzar el segundo lugar: Guzmán, PPK, Acuña y García. En términos programáticos pertenecen al mismo campo político y sus planes de gobierno están orientados en el mismo sentido. Pero son muy distintos en la práctica y han entablado una lucha a muerte, precisamente porque los cuatro tienen alguna opción. Esta fuerte competencia entre la centro-derecha favorece a Keiko Fujimori, que mantiene una ventaja de tres a uno, bastante a estas alturas. Si se sumaran los votos de la centro-derecha igualan o sobrepasan a Keiko, pero no se acumularán automáticamente para la segunda vuelta, debido al encono con el que están peleando la primera. De aquí en adelante veremos todo tipo de fouls descalificadores para debilitar a los adversarios. De acuerdo a la experiencia, luego de carnavales se ingresa a la guerra sucia y las tachaduras legales serán poca cosa, a pesar de los Pactos Éticos, que sabemos tienen escaso cumplimiento. Por ello, terminarán magullados y más de uno o se pasa directamente a Keiko o se abstiene. Todo pareciera listo para el triunfo del fujimorismo y, sin embargo, hemos visto tantas veces quemarse el pastel a estas alturas que pago por ver la materialización de esta anunciada victoria. El otro día un amigo recordaba cómo en carnavales de 1990 los líderes del FREDEMO se repartían ministerios y amenazaban a sus adversarios, ya que llevaban la misma ventaja que Keiko hoy en día. El peruano(a) promedio abandona al favorito si lo siente arrogante. Ante este panorama caben dos preguntas, la primera es la razón de su ventaja, y la segunda los peligros que la acechan y que eventualmente podrían llevarla a perder la segunda vuelta. Con respecto a su liderazgo en las encuestas, se halla su persistente trabajo de los últimos años por construir partido. Desde que perdió la elección anterior, Keiko ha viajado a provincias y se ha reunido en forma sistemática con empresarios locales. Ahí ha establecido bases propias. A ellas, ha sumado los bolsones populares clientelistas que son herencia del gobierno de su padre, Alberto Fujimori. Si su fortaleza es su propia red nacional y su energía para renovar lazos visitándola regularmente, su debilidad es su alejamiento de las bases clientelistas heredadas de Alberto. Keiko es liberal y mucho menos patronal que su padre. Por ello, no entiende cierta lógica que le era natural a Alberto y que lo llevaba a la identificación con sectores populares que hasta hoy lo adoran, como ayer idolatraban a Manuel Odría. Su prisión le ha añadido una cuota de martirologio que le otorga a Keiko 20 de sus 30 puntos. Pero no sube, está estancada y sin muchas opciones para sumar aliados de cara a la segunda vuelta. Medio país es antifujimorista por el recuerdo de Alberto, que no por gusto está preso y en la historia nacional es el primer presidente peruano con sentencia firme. Aunque, para segunda vuelta, Keiko podría sumar al APRA, que me temo actualmente no aporta tanto. De acuerdo a GfK, Keiko tiene casi 40% del sector “D/E” y si no copa este grupo social es precisamente por su resistencia a realizar promesas populistas y su discurso liberal un tanto tecnocrático. Luego, un cuarto del sector “C” la acompaña, pero no logra liderar este grupo social que es clave porque concentra a las capas superiores de las clases populares y tiene la hegemonía del mundo “emprendedor”. Por último, el sector “A/B” es numéricamente poco significativo, pero es la gente con poder que juega sus influencias y puede inclinar la balanza. En este sector, no supera el 20% y se ve difícil que avance con facilidad. Con escasas posibilidades de aliados políticos significativos, debido a su pasado, y con reducidos espacios sociales, dado su perfil actual, el riesgo de Keiko es quedar estancada por debajo del 50% y ser sobrepasada por cualquiera que quede segundo. Ello estimula esta desgarradora competencia carnavalesca por el placé.