El espectro político no se termina en izquierda/derecha, sino que se requiere tomar en cuenta a las formaciones de centro. La manera de pensar centrista busca puntos de encuentro que superen las contradicciones y permitan estabilidad. Su ideal es el proyecto nacional. Sus rivales acusan a los centristas de utopismo, precisamente por querer superar las antinomias, pero un centrista siempre tendrá respuesta. Según su parecer, no existe el gana o pierde, sino que se puede satisfacer las necesidades de muchos, si se logra generar consensos que hagan posible el crecimiento de la torta a repartir. El principal partido centrista peruano ha sido Acción Popular, formado por Fernando Belaunde luego de la campaña del 56 que lo catapultó como hombre público. Como quedó segundo, el novel partido acciopopulista pasó a la oposición y se construyó orgánicamente durante el segundo Prado. En ese momento, su perfil era de centro-izquierda y sus consignas incluían reforma agraria y nacionalización de la IPC, por entonces principales banderas de las izquierdas. Pero, a la vez era respetuoso del orden democrático, no tenía un atisbo de revolucionario, y era partidario del crecimiento económico guiado por un mercado con intervención del Estado. Más bien, las dos veces que AP ha gobernado su gestión resultó de centro-derecha. Es decir, en ambas oportunidades, AP se desplazó de centro-izquierda a centro-derecha, al pasar de oposición a gobierno. En los ochenta ese desplazamiento fue más orgánico, puesto que se fundamentó en una alianza con el PPC, que ya ocupaba –como hasta hoy– ese puesto en el espectro. Mientras que, el gobierno de FBT de los sesenta fue más caótico, porque fue resultado de un período de intensas y desgarradoras luchas políticas. Todos pelearon, el Legislativo con el Ejecutivo y al interior de cada partido. Incluso, los dos socios del gobierno, AP y DC, acabaron divididos y aislados. Bien mirado, el gobierno actual también es centrista. Según Marisol Espinoza será recordado por sus programas sociales. Por otro lado, como sabemos, Humala definió su rumbo al elegir para ministro de economía y presidente del BCR a dos destacados técnicos neoliberales, que venían de trabajar con el gobierno anterior. Es decir, en economía a la derecha y en la otra mano los llamados programas sociales. Lo mismo pretende Toledo, otro gobernante que ocupó el centro del espectro, queriendo ser heredero de FBT. En la contienda actual esta postura está muy diluida. Hasta hace poco había un centro político más o menos fuerte, que se abría hacia la izquierda caviar y era alternativa de gobierno. Además hay partidos históricos en esta postura. No solo el Nacionalismo y AP, también Somos Perú y Perú Posible. Pero, no han formado un bloque, ni siquiera lo han pretendido y ahora se encuentran en dificultades para superar la valla electoral. Por otro lado, se han dejado ganar la mano por Alianza para el Progreso. Para empezar, Acuña se ha llevado a Somos Perú y al pastor Lay, aun a costa de crisis internas en estos grupos. Si Acuña sigue creciendo en las encuestas con facilidad ganará el voto de los electores centristas, que son muchos y han de verlo como la única opción para enfrentar al elenco estable, más bien de derechas. No importa que Acuña sea clientelista, los partidos actuales de centro se han entregado frente a un candidato que emerge desde provincias, generando la sorpresa que le encanta al electorado. Como sabemos, la ciudadanía empieza a tomar decisiones definitivas hacia el final de febrero. Por lo tanto falta bastante y lo principal de la pelea por el voto está por comenzar. Pero, desde hoy se puede ver que las tres candidaturas nítidas de centro la tendrán difícil. Barnechea necesitaría mucha energía para proyectar una marca conocida y hacerla viable. El nacionalismo ha jugado al sancochado y pocas veces es bien aceptado por la ciudadanía. Finalmente Toledo parece frito, no se distingue su candidatura de su estrategia judicial.