Dolor. Ayer fue sepultada la hondureña Berta Cáceres, defensora del medio ambiente y de su pueblo indígena. , Miles le dijeron adiós. Comunidades indígenas y negras, estudiantes, jóvenes, ancianos, embajadores. Cientos de personas en Honduras despidieron a la mujer que le torció la mano al Banco Mundial y a China. Otras miles de personas han tomado las calles de diferentes lugares de América Latina para expresar su condena por la muerte de Berta Cáceres, activista social y medioambiental asesinada en su propia casa el miércoles en Honduras. Uno tres individuos irrumpieron en la vivienda y le dieron muerte a la aguerrida defensora del pueblo Lenca y el medio ambiente en La Esperanza, Intibucá, y una prominente defensora de los derechos humanos en su país. Ayer también los 4 hijos de Cáceres ofrecieron una conferencia, en la cual manifestaron una vez más que el crimen es político. Su última morada fue el cementerio municipal de La Esperanza, Intibucá. Cáceres fue fundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas (Copinh). Ella organizó al pueblo Lenca, la mayor etnia indígena de Honduras, en su lucha contra la represa de Agua Zarca. Su construcción estaba prevista en el río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia. Su campaña logró que la enorme constructora, la compañía china Sinohydro, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial, también abandonó la iniciativa. Las balas acabaron con su valiosa y valiente vida. En Honduras todos piden justicia. Honduras y Perú De las 116 muertes de ambientalistas que se documentaron el año pasado –el número real puede ser mayor–, casi tres cuartas partes ocurrieron en América Latina, especialmente en Honduras, Brasil y Perú.