A la madre que no quiso ser madre. A la madre que chambea sin descanso. A la madre desahuciada. A la madre que nos parió. A la madre que nos puteó. A la madre de Camila. A la madre de Adrián. A las madres de nuestros amigos que nos reciben con una sonrisa. A la madre de la mujer que amamos. A las madres de los árbitros de fútbol como una avergonzada petición de perdón. A las madres coraje. A las que murieron el día que nacimos. A las madres analfabetas que pelean por el futuro de sus niños. A las que ganaron todo. A las que trabajan con nosotros. A las madres de los comedores populares. A la madre de Mika y Fer, que me adoptó. A mi madre por su heroísmo. A la tuya por hacerte existir. A la madre de mi madre que no pude conocer. A la hermana de mi madre que era su madre, a la que creí siempre mi abuela y fue mi abuela. A la madre adolescente que llora antes de contarle a su madre. A la madre que deja su patria para trabajar doce horas de ilegal en un lugar hostil. A la que recibe la noticia de que la inseminación artificial funcionó. A la trabajadora sexual que se quita el maquillaje pesado de la noche para llevarlos al colegio. A las profesoras que cruzan un pueblo para querer a sus alumnos como hijos propios. A la madre policía que piensa en su niña cuando empuña su arma. A la madre privada de libertad que sueña con ese abrazo. A la madre soltera. A la madre casada. A la madre que violaron y jamás se atrevió a contarlo. A las que desearon ser madres y no pudieron. A las que no quieren ser madres. A todas. Por todo. Feliz día, madre peruana.