Cuestionado pasado. El régimen fujimorista se deshizo de casi la totalidad de empresas estatales so pretexto de mejorar los servicios. En Cusco se vendieron los tres hoteles de turistas, el sistema ferroviario, la planta de Cachimayo, entre otros., A partir de 1992 se estableció en el país el mito de que el Estado era muy mal administrador, tanto de los recursos como de las empresas. Apoyado en esa premisa, el expresidente Alberto Fujimori impulsó de manera obsesiva la privatización de las empresas públicas a precio de regalo. PUEDES VER: Cusco: Denuncian a dirigente que participa de marcha contra Keiko A nivel nacional, según la Comisión del Congreso que investigó los delitos financieros durante el régimen fujimorista, se ejecutaron 228 operaciones de venta, concesión o liquidación de empresas públicas. Ello generó un monto de US$ 9.221 millones, pero al Tesoro Público sólo ingresó US$ 6,445 millones. La diferencia de US$ 2.700 millones se mal gastó. Este proceso nefasto no paró hasta liquidar toda participación del Estado, que en muy poco tiempo dejó casi todo en manos del sector privado. "En los casi 25 años siguientes al inicio de la aplanadora privatista, los resultados que se ven hoy distan mucho del paraíso que habían ofrecido los privatizadores", refiere el analista político Alberto García Campana. SUBASTÓ EL CUSCO En la región Cusco varias empresas fueron entregadas a precio de regalo a manos privadas. Se privatizó el manejo del servicio ferroviario en la ruta Cusco – Machupicchu – Quillabamba. Para tal efecto, se liquidó la empresa estatal Enafer Perú para entregar la administración del sistema ferroviario sur oriente a Ferrocarril Trasandino, cuya operadora es PeruRail. Esta empresa a la fecha es quejada en ocasiones por mal servicio a los lugareños. En su momento la población apoyó esa decisión, pero ahora cuestiona que este servicio sea privado. Asimismo, se privatizaron el Albergue Turístico de Urubamba y el de Cusco. Eran administrados por la desaparecida Empresa de Turismo de la Región Inka (EMTURIN). Actualmente esos bienes son lujosos hoteles que ganan grandes sumas de dinero. Se vendió la mina de cobre Tintaya en Espinar a BHP Billington, luego ésta la vendió a BHP y ahora la segunda veta Antapaccay está en manos de Glencore. De igual forma, el fujimorismo se deshizo de la Planta de Cachimayo, que producía fertilizantes, y ahora solo produce anfo para uso en la minería en perjuicio del campesinado. La arremetida fujimorista también liquidó la Empresa Nacional de Transporte Urbano (ENATRU), que en el Cusco cubría las rutas Aeropuerto – Santa Ana y San Jerónimo – San Francisco. El presidente de la Cámara de Comercio, Alí León, sostuvo que fue un pésimo negocio del gobierno ejecutar las privatizaciones, porque perdió el Perú. "Las privatizaciones no fueron positivas en absoluto. Si revisamos bien, esas empresas privatizadas las volvieron a vender (los privados), triplicando precios. Favorecer la especulación nunca será un buen negocio", anotó. León y García coincidieron en señalar que se pudo haber seguido el ejemplo de otros países, donde el manejo de actividades estratégicas (el cobre en Chile y el gas en Bolivia) está en manos del Estado, con consecuencias positivas para la población. “Las razones esgrimidas a partir de 1992 (para privatizar las empresas estatales) han terminado por convertirse en mitos”. Alberto García, docente y analista. “El Estado peruano pudo haber administrado mejor la mina Tintaya y el sistema ferroviario. Codelco-Chile contribuye mucho más que una privada”. Alí León, presidente Cámara de Comercio