Ni siquiera se ha lanzado el tráiler de Guerrero, la película sobre la vida de Paolo ídem, pero ya comenzó a provocar polémica: esta semana, las redes sociales se sacudieron cuando se hizo público que el papel de doña Peta, la madre del futbolista, será interpretado por Magdyel Ugaz y no por una actriz de raza negra.Y como nos encanta el chongo, los adictos a todo lo que suena políticamente correcto comenzaron a chillar en automático (casi como los cachorros de Pavlov ante el sonido de la campanita), quejándose de racismo en una película que ni siquiera habían visto. Pero, claro, a nadie se le ocurrió, buscar una explicación un poco menos simplona ni hacer algunas preguntas elementales: ¿Hubo casting? ¿Quiénes fueron al casting? ¿Hubiera sido más justo que el equipo de producción eligiera a dedo a una actriz negra solo por serlo? ¿Será la primera vez en la historia del cine que una actriz interprete a alguien que no es de su tipo racial o de su género? Porque, vamos, tampoco es que Magdyel sea Gwyneth Paltrow: es una chola bellísima que interpretará a una mulata de mayor edad, caracterizándose, como se estila en cualquier biopic, para parecerse a su personaje. Es decir, oscureciéndose la piel un tanto. Y aquí no cabe hablar de whitewashing (pintar a actores blancos de negros, como en el cine americano de los tiempos del apartheid), como ya algunos han “denunciado”, porque el tono de piel de Magdyel no es precisamente white. Si para interpretar a un personaje solo se tuviera en cuenta la raza o el género de un actor, no habría heterosexuales haciendo de personajes gay o viceversa, mujeres de hombres, ni los latinos podrían hacer otra cosa en el mercado norteamericano que… de latinos. Sin embargo, y basta googlear un poco, en la historia del cine sobran ejemplos de grandes actores que han interpretado roles que no tenían nada que ver con su biotipo. Ya en 1952, Orson Welles se pintó de negro para poder interpretar a Otelo y, en 1956, Marlon Brando se la pintó de amarillo para hacer un papel secundario en La casa de té de la luna de agosto. ¿Racismo? No. Simplemente actores que no aceptaban una limitación física frente a la riqueza de un papel.Sin ir tan lejos, en Doctor Strange, la próxima película de la Marvel, Tilda Swinton hará del personaje de El Anciano (un hombre oriental, para más señas) y nadie se ha rasgado las vestiduras. Sí, ya sé lo que dirían los politically corrects de nuestro patio: ¿qué, acaso no había suficientes actores orientales y varones para representar el papel? Esto no es una defensa de Tondero Producciones, la empresa que ha producido Guerrero, Asu Mare y otras significativas películas de factura nacional –y uno que otro bodrio, seamos francos–, pero me pareció que lo pertinente era buscar las explicaciones donde corresponde y no en la afiebrada paranoia de quienes ven racismo hasta en la elección de una taza de café (¿leche? ¿Para qué leche, ah? No quieres tomarlo negro. ¡Racista!)Entonces hice lo que, supongo, haría cualquier periodista antes de despotricar de la película: le escribí un correo a Micky Valladares, gerente general de Tondero, y le pregunté por qué eligieron a Magdyel para interpretar a la madre de Paolo Guerrero, y él me respondió: “Nosotros no buscábamos a una actriz de raza negra, buscábamos a la señora Peta, que tiene características y cualidades que van más allá del tono de piel: buscábamos a una actriz que represente a una mujer con carácter, luchadora, dura, pero a la vez tierna”. Además, como dato curioso, Valladares cuenta que, cuando le preguntaron a la mismísima doña Peta qué actriz quería que la interpretase, ella señaló a Magdyel Ugaz. Sin embargo, a pesar de eso, se hizo el casting y participaron varias actrices –entre ellas varias de las que se han mencionado en redes en estos días–, pero, al final, fue Magdyel quien dio la talla para el papel, cosa que no sorprende, dado su talento y versatilidad.Otro detalle que en la “polémica” no se ha tomado en cuenta es que Rony Shapiama, el pequeño actor que interpreta a Paolo de niño –y que, para lograr el papel pasó por un casting entre 5,300 niños–, tiene el tono de piel bastante más oscuro que el que tenía el futbolista a su edad, del mismo modo que Rosa Guzmán, la actriz que interpreta a la abuela de Paolo. ¿Deberían quejarse los actores negros de piel más clara? Hummm… Sí, pues, el racismo es un problema grave en nuestro país y salta donde menos uno lo espera, pero justamente por eso es necesario separar el grano de la paja (o los gorgojos del arroz, como diría Marisol Pérez Tello). También es cierto que los actores negros no tienen las mismas oportunidades laborales que sus colegas de diferente biotipo. Sin embargo, se les haría un flaco favor reduciéndolos a hacer solo roles de negros o dándoles la exclusividad de los mismos por encima de otros actores.Si hay una pelea que dar, que sea para que el cine y la televisión amplíen su gama de colores, hoy tan desteñido (y laciado, dicho sea de paso), y que nuestras pantallas representen con cabalidad el rostro del peruano, ese que tiene de inga y de mandinga, pero también de chino, de japonés y de cuanta etnia encontró cobijo en nuestro país.Mientras tanto, dejemos que doña Peta sea feliz viéndose en la gran pantalla representada, en sus años mozos, por la guapísima Magdyel. Se lo ha ganado, ¿no?