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La sociedad del miedo, por Carlos Cornejo

“La discusión en seguridad antes de poner en duda el sistema penal nos obliga —primero— a mirar hacia dentro de las instituciones encargadas de protegernos...”.

Las sociedades asustadas suelen reaccionar mal y decidir, peor. Desaparece la reflexión y el debate serio, se aplacan las voces moderadas y se yerguen los gritos, el ruido y con ello, el descalabro. En lo político los populismos se instalan, ofrecen mano dura solo para las cámaras de los medios. El dinero no se ejecuta con eficiencia y se pierde.

La peruana es hoy una sociedad atemorizada. El miedo, ante la creciente inseguridad ciudadana, se ha apoderado de mucha gente. Está en las conversaciones, en los medios, en las familias.

Los penalistas más serios que han escrito sobre el tema, al buscar alguna explicación esbozan a menudo —como una de las causas de la inseguridad— que el sistema penal peruano es garantista. Sostienen esa argumentación básicamente por los alcances del Código Procesal Penal del 2004.

¿Qué cosa es garantista? Es un sistema penal donde prevalece la garantía y la eficacia del proceso penal. Es un proceso diseñado en armonía con los postulados constitucionales y alineado con la defensa de los derechos humanos. ¿Un delincuente tiene derechos que se le deben cautelar? Sí, los tiene. Eso obliga a respetar las garantías procesales y asegurar un correcto juicio. El Estado debe respetar los derechos de los justiciables. Eso es garantista y parece gustar poco a los operadores del sistema.

No quiero debatir si el sistema es o no es garantista, ese no es terreno de mi competencia. Sin embargo el proyecto de ley presentado por la bancada de Renovación Popular y que busca modificar la normativa que rige el uso de la fuerza por parte de la Policía Nacional abre este debate sobre el sistema penal. Desde los espacios conservadores en el Congreso se quiere interpretar las necesidades de la policía frente a la delincuencia tensando, cambiando o poniendo en duda el modelo garantista.

Más allá de que el modelo sea parcialmente responsable del aumento de la delincuencia —como se quiere evidenciar— hay preguntas que deben ser respondidas: La baja calidad de la formación policial, ¿es culpa del modelo garantista? La pésima condición de las comisarías, la ausencia de agua en algunas de ellas, su logística, ¿es culpa del modelo garantista? Que los policías no tengan balas para practicar tiro en los polígonos, ¿es culpa del modelo garantista? Que la corruptela en la policía acabe con recursos y con la moral del cuerpo, ¿es culpa del modelo garantista?

Lo que quiero decir es que la discusión en seguridad antes de poner en duda el sistema penal nos obliga —primero— a mirar hacia dentro de las instituciones encargadas de protegernos. Se debe evaluar si el arrinconamiento del lumpen contra la sociedad peruana tiene más que ver con personas, ejecución y acción que con el sistema penal mismo que, además, muestra un estándar —en forma y fondo— parecido el resto de América Latina, no es un invento nuestro. Eso sería lo serio.

Carlos Cornejo

Cuerpo a tierra

Comunicador por la UL. Hace 22 años que conduce y produce en radio y Tv. Cursó la Maestría en Ciencia Política en la PUCP. Ha dirigido el Área de Asuntos Públicos del IDEHPUCP. Enseñó periodismo en la UPC y fue corresponsal de Radio Nederland de Holanda. Actualmente conduce “El Informativo” en Radio Nacional.