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¿Solo resguardar el orden?

“No les corresponde suplir a las autoridades civiles en su rol de deliberar o asumir algún apoyo o rechazo frente a manifestaciones ciudadanas. Su preocupación central...”.

Desde el 7 de diciembre, cuando se produjo el anuncio de golpe de Estado, mucho se ha discutido sobre el rol de las Fuerzas Armadas y la Policía.

¿Qué hubiera pasado si hubieran respaldado el intento del gobierno de cerrar inconstitucionalmente el Congreso o intervenir en el sistema de justicia? Una democracia no debería estar supeditada a la decisión de entidades que, según la Constitución, están más bien sometidas al poder político, con el presidente como jefe supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía (artículo 167) y como “no deliberantes” (artículo 169).

Como asociación de ideas, las imágenes del autogolpe de 1992 resuenan en la mente, con el rol protagonista de militares y policías, con tanques y represión en calles, para impedir el funcionamiento del Congreso, el Poder Judicial y la detención de opositores políticos.

De manera regular es la Policía la que se encarga de mantener, garantizar y restablecer el orden interno. Excepcionalmente esta atribución recae en las Fuerzas Armadas, porque se ha dispuesto expresamente al declarar un estado de emergencia (artículo 137 de la Constitución) o porque se hace en colaboración (Decretos Legislativos 1095 y 1186). Determinar que sea una u otra institución la que se encargue de guarecer el orden no releva de que cualquier accionar implica un uso proporcionado de la fuerza.

Recuperar “activos estratégicos” o cuidar propiedad privada no puede ser una razón para incurrir en prácticas contrarias a los derechos humanos, como disparos directos a personas, participen o no en la manifestación. El derecho a la protesta debe ejercerse pacíficamente, pero nadie debe morir por expresar sus discrepancias con el gobierno de turno.

Ver a jefes militares explicar cómo se llevaron a cabo operativos que derivaron en la muerte de casi tres decenas de personas a nivel nacional es injustificable en un contexto de autoridades militares y policiales no deliberantes, menos cuando se siguen refiriendo a “grupos violentistas”, “azuzadores” y “terrorismo”, pretendiendo negar que hay quienes protestan frente a reclamos que consideran legítimos, en una estrategia que, ya deberíamos haber aprendido, incurre en la desinformación y fomenta más violencia. Las muertes no parecen valer lo mismo si se producen entre los más pobres o fuera de Lima y hay quienes las citan como “daño colateral”.

Y hay preocupantes y dolorosas reminiscencias con intentos previos de impunidad, muy lejanos a esa justicia que reclaman las familias y los pueblos, y que, como ciudadanos/as, merecen. Sigue la línea de cuando se negaba a la misma población el valor de sus votos. Y hasta se justificaba golpes militares contra el gobierno que iniciaba por un supuesto fraude que, pese a ingentes recursos (públicos y privados), nunca lograron probar.

Quienes forman parte de las fuerzas armadas y policiales tienen habilitada la posibilidad de votar desde 2005, pero no de participar políticamente (artículo 34 de la Constitución). No se puede aceptar, con ello, que autoridades policiales convoquen a participar en una marcha “por la paz”, probablemente buscando una contraposición con el paro macrorregional que iniciaría un día después. ¿Una de las marchas es legítima y la otra no? ¿Es la policía la que define cuál?

La función policial y militar debe ser preservar el orden y usar la fuerza en forma proporcionada en caso se requiera reprimir frente a protestas que devienen violentas. No les corresponde suplir a las autoridades civiles en su rol de deliberar o asumir algún apoyo o rechazo frente a manifestaciones ciudadanas. Su preocupación central debería ser cuidar la vida y salud de todas las personas, derechos y valores prevalentes en un Estado Constitucional frente al siempre tan ansiado “orden”. Ese que muchas veces es la excusa para la violencia.

¿Solo resguardar el orden?

EL PRIMER DIA DE LA DECLARATORIA DE EMERGENCIA NACIONAL DEL GOBIERNO DE LA PRESIDENTA DINA BOLUARTE COINCIDIO CON EL INICIO DEL PARO REGIONAL EN AYACUHO LA MEDIDA NO APACIGUO LOS ANIMOS DE LA POBLACION LA AYACUCHANA, PRESENCIA DE MILITARES EN LA PLAZA DE ARMAS TAMPOCO IMPEDIO MARCHA MULTITUDINARIA Y PACIFICA EN EL CENTRO //