Batallas de papel, por Rosa María Palacios

“Advertidos estamos. Vamos a comer toneladas de humo hasta intoxicarnos. Se peleará por cada línea de un texto inútil. Pero cuando todo se disipe y despertemos, el dinosaurio todavía estará ahí”.

No cabe duda de que Palacio ha mejorado el arsenal de trucos que todo político tiene para sobrevivir. Con la caída de los “Bibertos” (el denunciado “Gabinete en la sombra” del que la ex primera ministra Mirtha Vásquez alertó en el pasado febrero) el vacío se ha llenado con asesoría más cuajada que no cometería el grosero error de permitir una entrevista libre y sin censura previa por parte de Castillo. Se habla de un asesor extranjero, pero más que nombres, interesa resultados.

¿Se acuerdan de los “gabinetes descentralizados”? Ya no hay, porque la estrategia se agotó. Castillo tiene capacidad para calentar una plaza, pero nada más. No puede ofrecer una visión regional o concretar un plan de desarrollo. Menos garantizar la provisión de servicios públicos con ministros competentes y honrados. Hay, sin embargo, muchos otros trucos en el sombrero.

“Yo creo el problema, yo te lo resuelvo y tú me agradeces”, es uno antiquísimo que se volvió a mostrar en estos días con la escasez de combustibles. El problema se hizo crítico en este gobierno debido a serios problemas de corrupción en PetroPerú derivados de pésimos, cuando no delincuenciales, nombramientos.

Pero a la gente le cuesta asociar que el dueño de la clínica La Luz confesó haber enviado 45,000 soles a Castillo en pago por la designación de Hugo Chávez como gerente general, con el hecho de no poder llenar su tanque en el grifo. Esta falta de conexión entre causa y consecuencia es la que aprovecha cualquier político taimado y sus asesores.

Entonces, no hay gasolina “por una crisis de liquidez” (algo que suena abstracto) pero nuestro salvador está regalando 2,500 millones de dólares (de tus impuestos) y tu problema será solucionado. ¿Gracias a quién? A nuestro señor presidente.

¡Qué sigan los trucos! Por ejemplo, cuando tienes que hacer un anuncio duro, anuncias uno espantoso. Luego te retractas porque “eres sensible al pueblo” y lo sustituyes por el primero, que ya no se ve tan mal. Este gobierno hace eso también de vez en cuando, sobre todo con la minería. Les muestra el Cuco. Caen redonditos siempre.

Por otro lado, el Congreso, heterogéneo y disfuncional, no tiene la capacidad de generar una comunicación política muy fina porque las costuras se le notan. “Nos quedamos todos”, el contraejemplo, es una chapa que la prensa les ha puesto sin que puedan contradecirla con discursos creíbles.

Hay que recordar esta capacidad estratégica del Ejecutivo para entender cómo van a manejar a la Misión de la OEA, que ellos mismos han convocado. Saben perfectamente que no sirve para nada que no sea relaciones públicas y bulla. Las dos cosas son una necesidad imperiosa de Castillo y en eso le puede ir muy bien.

La conformación de los miembros de la misión parece un chiste. Cinco cancilleres ocupadísimos en países con muy serios problemas, más serios que los del Perú, en cuanto a democracia y corrupción. Me disculparán pero, solo por poner un caso, entre el presidente Castillo y la vicepresidenta Kirchner solo hay una diferencia: el monto. Viene su canciller. ¿Qué le va a decir Castillo que ambos no avalen en su jefa? ¿Disculpe la pequeñez?

Un documento no vinculante sirve para poco si no emana de una autoridad reconocida. Pero la habilidad del gobierno consistirá en dar la apariencia de que sirve de mucho. Entre otras virtudes, de documento absolutorio de Castillo, lo que sería, por sí solo, el triunfo buscado. Irrelevante para el sistema de justicia, pero útil para un asilo político.

Pero donde el gobierno se va a jaranear es en hacer desfilar a medio país ante la misión. Aunque parezca increíble la oposición ha pisado el palito. Andan sofocados. ¿Quién viene? ¿Con quién van a hablar? ¡Tenemos que controlar el documento! Y bueno, ahí se irá el fin de año.

Advertidos estamos. Vamos a comer toneladas de humo hasta intoxicarnos. Se peleará por cada línea de un texto inútil. Pero cuando todo se disipe y despertemos, el dinosaurio todavía estará ahí.

.

.