La increíble historia del joven albañil que ganó US$1 millón tras elegir una gaseosa por error: "Ahora dirijo mi propio negocio"
Joven albañil se convirtió en millonario de la noche a la mañana tras comprar un boleto de lotería mientras iba a trabajar. Su vida cambió radicalmente con un solo raspado.
La vida puede cambiar en un instante, y pocos lo saben mejor que Jamie Heavens, un joven obrero de la construcción en Bournemouth, Inglaterra, quien a los 19 años pasó de tener una vida sencilla a convertirse en millonario en tan solo unos segundos. Este inusual evento comenzó de manera bastante rutinaria, mientras se dirigía al trabajo junto a su tío, un día que parecía ser como cualquier otro.
Pese a su fortuna, Heavens dirige un negocio propio y mantiene una vida sencilla con su familia. Foto: difusión
Un día común que lo cambió todo
Jamie, entonces un joven trabajador, se encontraba en ruta hacia su trabajo cuando se enfrentó a un problema que parecía menor en ese momento, la camioneta en la que viajaba con su tío se quedó sin combustible. Ante esta situación, se dirigieron a una estación de servicio cercana, solo para descubrir que no aceptaba el método de pago que ellos llevaban. Esto los llevó a buscar otra estación de servicio a pocos metros, donde decidieron repostar y comprar refrigerios.
El joven inglés entró al kiosco de la estación, eligió una bebida y se colocó en la fila para pagar. Fue entonces cuando un pequeño detalle cambió el rumbo de su vida, se dio cuenta de que había elegido el jugo equivocado y decidió cambiarlo. Mientras regresaba por otra bebida, un hombre tomó su lugar en la fila y compró el billete de lotería que él tenía planeado adquirir. Jamie, sin dudarlo, compró otro boleto de lotería.
La inesperada sorpresa
Curiosamente, este cambio de jugo resultó ser una decisión que impactaría su vida para siempre. Jamie raspó el boleto y, para su sorpresa, descubrió que había ganado un millón de dólares. Al principio, no podía creerlo. La incredulidad inicial dio paso a una sensación de asombro, una emoción que describió como comparable solo al nacimiento de su hijo. El joven obrero, en ese momento, vio su vida transformada por completo.
A pesar de la euforia del momento, Jamie no pudo comunicarse de inmediato con la empresa de lotería para reclamar su premio, ya que las líneas telefónicas no estaban disponibles hasta las 9 de la mañana. Así que decidió ir a trabajar como siempre, cargando con la noticia de que podría ser millonario.
Heavens, de 19 años, vivió su día más asombroso al descubrir que había ganado la lotería. Foto: difusión
La odisea para confirmar el premio
Jamie siguió con su día laboral como cualquier otro, pero la espera para confirmar el premio fue una odisea. Al llegar al lugar de trabajo, descubrió que no tenía señal en su teléfono, lo que le impidió contactar con la empresa de lotería. En medio de la confusión, subió al techo para intentar obtener cobertura, un acto que provocó las risas de sus compañeros. Finalmente, cuando logró comunicarse, recibió la confirmación, "ganaste, eres millonario". A partir de ese momento, su vida dio un giro radical.
La vida después del premio
A pesar de la magnitud de su ganancia, Jamie mantuvo una mentalidad cauta sobre su nueva fortuna. No se dejó llevar por los impulsos y administró el dinero con cuidado. Aunque adquirió algunas propiedades, un auto y cubrió los costos de su boda, no cambió drásticamente su estilo de vida. El joven, cinco años después de ganar el premio, dejó claro que sigue trabajando duro y que no vive una vida de derroche. "La gente piensa que soy acaudalado, que estoy cubierto de efectivo y puedo ir a comprar lo que quiera, pero no es así", comentó en una entrevista.
Jamie abrió su propio negocio y ha utilizado su fortuna para crear una vida cómoda para él y su familia. "El dinero te hace sentir más cómodo, pero no hay que cambiar la forma en que vivimos", señaló, mostrando una actitud madura y responsable hacia su riqueza.
Jamie Heavens pasó de ser un obrero a millonario en segundos tras comprar un boleto de lotería. Foto: difusión