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Sociedad

Su madre fue asesinada y ahora pide ayuda para sostener a su familia durante cuarentena

Afronta el dolor en medio de la precariedad. Su madre fue incluida en el bono de 380 soles a pesar de que fue víctima de feminicidio. Joven pide reasignación del subsidio para apoyar a su familia.

Idaly Fernández pide la reasignación del bono destinado a su madre fallecida. Foto: Difusión
Idaly Fernández pide la reasignación del bono destinado a su madre fallecida. Foto: Difusión

Han transcurrido 4 meses y 18 días desde que María Alvarado Cruz (45) fue asesinada mientras dormía. Quien fue su pareja, Leoncio Daza Tejada (50), le roció gasolina y le prendió fuego en un acto bárbaro y machista que la dejó con graves quemaduras en el 80 % de su cuerpo.

Aún así, ella luchó por su vida durante 24 horas agónicas en un hospital de Tarapoto, San Martín, pero falleció. El crimen se convirtió en feminicidio y María dejó tres hijos en la orfandad, entre ellos un adolescente que ahora depende de su hermana mayor.

Esta hermana mayor, que ahora hace malabares para sostener su precaria economía familiar, es Idaly Fernández, de 30 años. Ella vive en el distrito limeño de Puente Piedra, junto a su hermanito de 14 años, su pareja y un padre con una enfermedad renal terminal crónica que requiere constantes y extenuantes diálisis.

Antes del crimen que llegó en medio de las celebraciones para recibir un nuevo año, todos residían en Rioja, pero tras el feminicidio de su madre, Idaly sostiene que recibió amenazas constantes de los familiares del asesino de su progenitora. Una situación límite que los obligó a migrar para resguardar sus vidas y buscar justicia.

“Nosotros recibíamos constantemente amenazas. Cuando íbamos a la casa de mi mamá no podíamos estar tranquilos porque ya iban a dar vueltas a merodear por la vivienda, incluso los hijos de él fueron a burlarse”, dijo Idaly a La República.

Un bono necesario que nunca llegó

Cuando el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) anunció que entregaría bonos de 380 soles destinados a millones de hogares en pobreza y pobreza extrema, Idaly se percató que su madre era beneficiaria del subsidio, a pesar de que ella ya tenía un certificado de defunción.

Luego, su caso fue difundido por un medio televisivo local y cuando ella revisó la página web su madre ya no era beneficiaria, en lugar de ser reasignado. Posteriormente, reportó el hecho, pero en lugar del esperado cambio de destinatario, el bono continuó apareciendo a nombre de su madre. Ha pasado poco más de un mes desde entonces.

“Yo no trabajo y estoy pidiendo para mi familia, para mi hermanito. Nos hemos visto afectados, quisiera que a mi papá le hicieran diálisis en turnos más accesibles, le hacen en un turno que ya no podemos conseguir carros por esta pandemia. Antes de que haya este virus nos íbamos en bus, él tiene diabetes y presión alta. Nosotros sobrevivimos con el sueldo de mi esposo”, señaló la joven.

Los peruanos ya viven 60 días confinados en sus hogares para evitar la expansión de contagios del nuevo coronavirus y son millones de familias que necesitan el apoyo del Gobierno.

Incluso, una medida ambiciosa será ejecutada con el Bono Familiar Universal, que alcanzará cerca del 70 % de peruanos, pero la ayuda no llega para la familia de Idaly por una traba burocrática cruel, en tiempos de pandemia.

Al igual que Idaly, más familias sufren porque los bonos fueron destinados a las jefas de familia ya fallecidas. Ante ello, el Midis señaló a mediados de abril que estos serían reasignados a otro integrante de la familia para que puedan realizar el cobro del subsidio.

La República consultó a la institución acerca de la cifra de afectados por esta situación, pero solo se indicó que estos ya estaban en proceso de reasignación sin indicar el número exacto de procesos de este tipo.

Apoyo psicológico urgente

En cuanto al apoyo recibido por parte del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, de la ayuda psicológica contemplada en la estrategia multisectorial ‘Te acompañamos’ no se supo más.

Idaly teme por la salud emocional de su hermano menor, un adolescente que perdió a su madre, perdió amigos, escuela y una vida tras la migración. Lidian con el dolor como pueden y se sienten amenazados.

“Qué respuestas le puedes dar a ese crimen, yo no se qué decirle, no sé cómo explicarle”, dice Idaly, mientras la indignación y el dolor se evidencian en su voz.

Hay secuelas invisibles que no están siendo atendidas.

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