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Sociedad

Largo tiempo el peruano la cantó

En vísperas del Bicentenario, debatir si debemos volver a la estrofa más conocida del himno nacional es un asunto crucial.

Largo tiempo el peruano la cantó
Largo tiempo el peruano la cantó

A cualquier ciudadano peruano le ha ocurrido que, durante una ceremonia oficial –o en un colegio o universidad-, a la hora de cantar el himno nacional y cuando llega el momento de las estrofas suenan dos letras en simultáneo. Una dice, casi espontáneamente, “Largo tiempo el peruano oprimido…” y otra reza “En su cima los Andes sostengan…”.

La confusión dura algunos minutos, y suele imponerse la sexta estrofa, que remata con “el gran juramento que rendimos al Dios de Jacob”. Aunque siempre, en el fondo –de un recinto o acaso de algunos corazones- sigue sonando la que termina con “la humillada cerviz levantó”.

Gonzalo Benavente, el cineasta que dirigió el exitoso documental ‘La revolución y la tierra’, que trata sobre la Reforma Agraria del general Juan Velasco, le ha puesto nuevamente música a esta duda patriótico-existencial proponiendo que se regrese a la estrofa original. Esa que también habla de “la indolencia de esclavo sacude” y de “!Libertad! En sus costas se oyó”.

La discusión no es trivial. Una canción que procura interpretar el sentir nacional tiene que recoger la carga de la historia de un pueblo, con sus luchas y sus logros, con sus épocas de sufrimiento y sus tiempos de emancipación. La estrofa del largo tiempo en que estuvimos oprimidos parece conectar con eso y guarda en sus entrañas una cuestión esencial.

No fue compuesta por José de la Torre Ugarte, sino que sería de autor anónimo y en los tiempos de la Independencia fue cantada por los ciudadanos, que de algún modo contaban así lo que vivían. De allí que, en uno de los varios momentos en que se puso en debate estas letras, intervino el propio José María Arguedas para ponerse a favor de este canto popular. A fines de los 70, el general Francisco Morales Bermúdez impuso otra vez al “Dios de Jacob”, con el argumento de que ya no se podía hablar de peruanos oprimidos. El segundo gobierno de Francisco Belaunde volvió al “Largo tiempo”, y en el 2009 el ministro de Defensa de Alan García, Rafael Rey, insistió con la sexta estrofa de alusiones religiosas.

Benavente propone que sea el nuevo Congreso, en vísperas del Bicentenario, el que decida, pues la letra del himno implica un modo de mirar lo que fuimos y lo que somos: un país donde se luchó por los derechos y donde es necesario reconocer que hubo, y aún hay, opresiones varias.

Debatir qué pasó en nuestra historia realmente, en vez de edulcorarla, pasa por saber qué cantamos cuando estamos frente a nuestros símbolos patrios. Y de acordarse que, como cantara Rubén Blades, “la patria no la define el que suprime a su pueblo”.