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Salud

Azúcar de fruta o procesada: ¿cuál es la mejor para nuestra salud?

Ambos edulcorantes se utilizan como ingredientes habituales en la preparación de alimentos procesados como dulces y bebidas refrescantes, lo que ha generado una fuerte discusión sobre su cosnumo.

La fruta es un alimento que se incorpora en todas las dietas saludables. Se caracteriza por su dulzura, sobre todo cuando ha madurado correctamente. Esta contiene fructosa y glucosa, esta última en mucha menos cantidad. Ambos edulcorantes son componentes del azúcar de mesa y del jarabe de maíz; además se utilizan como ingredientes habituales en la preparación de alimentos procesados, salsas y condimentos, dulces y bebidas refrescantes.

Y es aquí donde empieza el debate, ya que numerosos estudios asocian el incremento en el consumo de estos productos con la mayor incidencia de enfermedades metabólicas, como la obesidad, la diabetes, el hígado graso y los lípidos en sangre. Pero antes de revelar la idoneidad del azúcar natural o procesada, debemos echar un vistazo a ciertos detalles.

Cantidad y calidad, dos palabras clave

Cantidad: Un mayor consumo de productos alimenticios que contienen edulcorantes azucarados implica un mayor consumo de calorías. Si estas no se queman, se acumulan en forma de grasa en el organismo y promueven el desarrollo de enfermedades metabólicas.

Sin embargo, el consumo de dietas pobres en frutas y vegetales se ha globalizado, facilitando el crecimiento epidémico de este tipo de patologías. Los nutricionistas aconsejan ingerir unas cinco raciones de fruta y verduras, repartidas en las diferentes comidas del día.

Calidad: La fructosa se transforma en grasa con una gran facilidad en el hígado. Para una misma cantidad ingerida, por ejemplo, de fructosa y glucosa, la primera produce mayor cantidad de grasa en el hígado.

En este sentido, la fructosa, en exceso, tiene un mayor potencial para alterar el metabolismo y facilitar la aparición de enfermedades metabólicas que el resto de azúcares.

El envoltorio lo es todo

Cuando se toma fructosa, no se ingiere como tal, aislada, sino que está incorporada en su envoltorio natural (la propia fruta), con todos los demás componentes de la misma: fibra, minerales, vitaminas, etc.

Por eso se aconseja masticar adecuadamente cada pieza que tomemos. El objetivo es mezclar sus diversos componentes, entre ellos la abundante fibra, con la saliva y los jugos digestivos. Esto hace que la fructosa que contiene la fruta se incorpore al organismo de forma lenta.

Así, las células intestinales consumen una gran mayoría de la fructosa que absorben, de forma que muy poca cantidad de la misma llega por la sangre al hígado para ser transformada en grasa.

¿Cómo actúa el azúcar industrial en el organismo?

Cuando se toma una gran cantidad de fructosa, presente en un dulce, una salsa, un helado o, sobre todo, de manera líquida, en una bebida azucarada, la situación es muy diferente.

El tubo digestivo se inunda de fructosa, disuelta en agua, que es absorbida rápidamente por las células intestinales, pero hasta el punto de desbordarlas. Entonces llega al hígado, donde se transforma en grasa.

El hígado se encarga de repartir este exceso de grasa en todo nuestro organismo. Si esto sucede de modo aislado, no tiene mayor importancia. Pero si consumimos esos alimentos de forma abundante y frecuente, a la larga tendremos problemas de salud. El exceso de grasa depositada en nuestro organismo nos podría producir obesidad, diabetes, hipercolesterolemia, etc.

Con el tiempo, los trastornos del metabolismo aumentarán el riesgo de que padezcamos un infarto o, incluso, un proceso canceroso.

Pero, esta asociación solo se da con el consumo de azúcares en forma líquida, no en forma sólida.

El azúcar de la fruta ¿es bueno o es malo?

Si ha leído lo anterior, podrá intuir la respuesta. El consumo de fruta como tal en nuestra dieta es saludable. Eso implica que la mordemos, la masticamos, la mezclamos con el resto de alimentos, para facilitar su digestión. De esta forma, los componentes de la fruta, y entre ellos la fructosa, se incorporan lentamente a nuestro organismo.

Cuando tomamos un zumo de fruta, incluso si es natural, las cosas cambian. Tomamos mucha más cantidad de fruta que si la tuviéramos que pelar, morder y masticar. Además, como no tomamos la fructosa en su envoltorio natural, esta se absorbe de golpe, rápidamente, llega al hígado y… una vez allí ya sabemos lo que pasa. Por tanto, la fruta se come como tal y los zumos son un placer que nos podemos permitir de tanto en tanto.

Y si decide tomar un zumo, por favor, ¡no quite la pulpa! La pulpa favorece que el azúcar de la fruta se incorpore lentamente a nuestro cuerpo, de forma más similar a lo que sucede cuando comemos directamente la fruta.

Con información de The Conversation.

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