Universitarios Martín Roca y Kenneth Ansualdo desaparecieron en 1993 después de descubrir a dos agentes navales en una marcha. Agente Jesús Sosa (a) “Kerosene”, autor del crimen, actuó bajo órdenes del actual jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército. ASESINO EN SERIE. Imagen inédita de Jesús Sosa Saavedra, quien según el periodista Ricardo Uceda plagió, mató e incineró a Martín Roca y Kenneth Ansualdo en 1993. Claves CONTACTO. Caído en desgracia, "Chito" Ríos fue buscado por el SIE para que aportara pruebas contra Agustín Mantilla y Alan García en relación con el comando paramilitar Rodrigo Franco. SOPLÓN. Ríos armó una red de informantes con estudiantes apristas de todas las universidades, incluida la UTC. PILATOS. "Chito" identificaba a los presuntos "senderistas" que actuaban en los claustros y conducía a estos a los agentes del SIE. Lo que hacían con ellos no era de su incumbencia. Está libre. • SECRETO REVELADO • Universitarios Martín Roca y Kenneth Ansualdo desaparecieron en 1993 después de descubrir a dos agentes navales en una marcha. • Agente Jesús Sosa (a) "Kerosene" actuó bajo órdenes del actual jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército. Oscar Miranda. El agente Jesús Sosa Saavedra, el ex miembro del grupo Colina que se ha convertido en toda una leyenda negra de los servicios de inteligencia del país, reveló al periodista Ricardo Uceda que el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) mató y calcinó a dos estudiantes de la Universidad Técnica del Callao, en 1993. La operación, comandada por el propio Sosa, fue ordenada por el Departamento de Búsqueda de Información o SIE-1. En ese momento el SIE-1 era jefaturado por el mayor EP José Hinojosa Gavidia. Justamente, desde el primero de enero de este año el actual coronel EP Hinojosa es el jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército. Y lo es por recomendación del ministro de Defensa, Roberto Chiabra León. Y con la venia del presidente Alejandro Toledo. Nada menos. Uceda hace esta revelación en Muerte en el Pentagonito. Los cementerios secretos del Ejército Peruano, un explosivo libro en el que se develan algunos de los más grandes misterios de la lucha antisubversiva en el Perú. Y algunos de sus más espantosos crímenes. El asesinato de Martín Roca Casas y Kenneth Ansualdo Castro no parecía un misterio. Todo estaba claro. Desde el principio, los familiares de las víctimas atribuyeron el secuestro y la desaparición a efectivos de la Marina. Más concretamente, a miembros de la Dirección de Inteligencia Naval. Como en otros tantos casos de violaciones de los derechos humanos, el Poder Judicial de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos se negó a castigar a a los culpables. Pero de acuerdo con la información confirmada por Ricardo Uceda, el brazo que ejecutó los crímenes llevaba otras insignias. No era alguien de la Marina. El búfalo que volvió del frío A sus 27 años, Martín Roca no era un muchacho difícil de identificar. Cuando tenía ocho años cayó jugando sobre un alambre de púas y se destrozó casi totalmente la mejilla derecha. Le pusieron 30 puntos. La cicatriz nacía a unos centímetros de la oreja y terminaba en la comisura de sus labios. Si eso no bastaba, era delgado y sus ojos despedían una gran nobleza. El agente Miguel Ríos Sáenz, alias "Chito" Ríos, fue quien informó al SIE sobre la identidad de Roca. Sí, "Chito" Ríos, el líder de la banda paramilitar autodenominada "comando Rodrigo Franco", que operó en el gobierno aprista y fue responsable de decenas de crímenes y atentados. Ríos se declara aprista. Según el libro de Uceda, a inicios de los noventa, cuando Alan García y el aprismo habían caído en desgracia, Ríos fue captado por el SIE por un conocido suyo, el entonces mayor José Hinojosa. En 1993, "Chito" Ríos manejaba para el SIE una red de infiltrados en las principales universidades del país. Fue él quien con una señal identificó a Martín Roca en la puerta de la Universidad Técnica del Callao (UTC). Ese aciago cinco de octubre de 1993. El acoso de la Marina Los problemas de Martín Roca comenzaron semanas antes de su desaparición. El 17 de agosto, los estudiantes de la UTC hicieron una manifestación para exigir los stickers de medio pasaje. En el curso de la protesta detectaron a dos individuos con cámaras filmadoras. Los tipos se negaron a identificarse. Los estudiantes reaccionaron arrebatándoles los videocasetes y los destruyeron en el acto. Esa noche decenas de encapuchados, y entre ellos uno de los infiltrados en la marcha universitaria, ingresaron por la fuerza a la casa de los Roca Casas, en Carmen de la Legua. Los sujetos buscaban el videocasete. Durante tres horas exigieron a Martín Roca que se los devolviera o identificara a quien lo tenía. No le creyeron que sus compañeros hicieron añicos los equipos. Al día siguiente el infiltrado volvió para exigir el casete. El incidente terminó en la comisaría del distrito, donde el sujeto que reclamaba se identificó como el oficial de mar Percy Tarazona Estéves. La destrucción de la carne En adelante la vigilancia a Martín y su familia se intensificó. Los Roca acudieron a un abogado en busca de asesoría legal, Alberto Lau Cavero, quien concertó una reunión entre Martín Roca y el jefe de la DINCOTE, Carlos Domínguez. El oficial le aseguró que no había una investigación en su contra. Pero le encargó una misión: que delatara a los simpatizantes y militantes de Sendero Luminoso. Martín Roca se opuso. Según la investigación de Uceda, el cinco de octubre "Chito" Ríos hizo una seña para identificar a Martín entre un grupo de estudiantes que salían de la UTC. Los agentes del SIE que aguardaban al acecho recibieron el dato. Lo siguieron hasta el paradero e, incluso, dos de ellos tomaron el microbús al que subió. Esperaron que llegara a su destino. Cuando Martín ya había transitado un par de cuadras y estaba cerca de su casa, lo detuvieron y metieron en un vehículo que los esperaba. El operativo fue dirigido por el agente Jesús Sosa Saavedra, más conocido como "Kerosene", y supervisado por el comandante Hernán Sánchez Valdivia. Las respuestas pendientes Uceda afirma en su libro que Martín Roca fue interrogado y ejecutado en el SIE, probablemente en los sótanos en donde, según numerosos testimonios, se torturaba a los presuntos subversivos. Su cadáver fue quemado en un horno que sería el mismo que la Comisión Townsend encontró en febrero de 2002, en su recorrido por el edificio de inteligencia, ubicado en la avenida Buena Vista, a un extremo del Pentagonito. En ese mismo lugar, como se recordará, en octubre último un equipo forense del Ministerio Público halló un trozo calcinado de un dedo en el sótano del SIE. Martín Roca estudiaba el tercer año de Economía y trabajaba como obrero en la fábrica de zapatillas Sinfín. Nunca se comprobó su militancia senderista. El segundo estudiante, Kenneth Ansualdo Castro, murió por su amistad con Martín Roca. Con nombre propio El cinco de octubre se había despedido de él en la puerta de la universidad. Por eso se ofreció como testigo en la investigación de su desaparición. Habló con los activistas de la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh). Parece que eso no les gustó a los aparatos de inteligencia. Dos años antes Kenny había sido detenido temporalmente por sospechas de subversión pero fue liberado por falta de pruebas. El 16 de diciembre transitó su propio camino hacia su desaparición y asesinato. En Muerte en el Pentagonito, Uceda escribe que esa tarde Kenneth salió de la Universidad Técnica del Callao y tomó la línea Nº 19 que lo conducía a su casa en La Perla. Tres agentes del SIE lo siguieron. Dos más, uno de ellos Jesús Sosa, detuvieron el vehículo cuadras más adelante y fingió una batida. El criminal obligó a bajar a los agentes y al estudiante. Los hizo subir a un supuesto taxi y una vez dentro la farsa acabó. Así, Kenneth Ansualdo, de 25 años, estudiante de Economía, promisorio administrador de una granja de cuyes, ingresó al Cuartel General del Ejército, conocido como El Pentagonito. También fue interrogado y probablemente torturado en los sótanos del SIE. Su cuerpo también pasó al incinerador. Y los responsables todavía se encuentran impunes, y como el caso del coronel José Hinojosa Gavidia, continúan en actividad y ocupan puestos de mando. Los familiares de Martín y Kenneth iniciaron procesos contra los oficiales de la Marina Percy Tarazona y Elías Ponce Feijóo, convencidos de que eran culpables de ambas desapariciones. El periodista Ricardo Uceda no especula si la Marina le pidió al SIE ejecutar el trabajo, o si los aparatos de inteligencia cruzaron objetivos aquella vez. Pero, por el propio testimonio del asesino, Jesús Sosa Saavedra, prófugo y con cuentas por saldar con la justicia, establece que fue el Ejército quien consumó los homicidios. Como superior de Sosa Saavedra y de Sánchez Valdivia, el coronel José Hinojosa tuvo que conocer los hechos. Y hoy tiene mucho que explicarle al país. Los Ansualdo prefieren callar Marly Ansualdo Castro, hermana de Kenneth, informada del contenido del libro de Ricardo Uceda, expresó su sorpresa porque hasta el día de ayer tenía entendido, como la familia de Martín Roca, que los asesinos pertenecían a la Marina y no al Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE). Recordaron que el caso fue archivado por la fiscalía del Callao, y que durante años han tratado que se castigue a los responsables. Marly Ansualdo indicó que, luego de verificar las declaraciones del agente Jesús Sosa, iniciará acciones judiciales para que no quede impune el asesinato. Mientras tanto, señaló que su familia no hará mayores comentarios. Víctima 1 NOMBRES. Martín Javier. APELLIDOS. Roca Casas. LUGAR DE NACIMIENTO. Callao. ANTECEDENTES. Cuando ocurrió su secuestro y desaparición, Martín Roca Casas contaba con 27 años de edad y era el secretario de Prensa y Propaganda del Centro Federado de Estudiantes de la Facultad de Economía de la Universidad Técnica del Callao (UTC). El jefe de la Dincote, Carlos Domínguez, no encontró información sobre su supuesta militancia senderista. Víctima 2 NOMBRES. Kenneth. APELLIDOS. Ansualdo Castro. LUGAR DE NACIMIENTO. Lima. ANTECEDENTES. Estudiante de Economía, compañero de Martín Roca, recurrió a la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh) para denunciar el plagio y desaparición de este. Fue objeto de seguimiento por el SIE, que decidió eliminarlo porque había iniciado una campaña para investigar el caso de su amigo. Tampoco se le probó su presunta vinculación con Sendero Luminoso. El coronel Hinojosa dice que ‘desconoce’ 1. En un diálogo extraoficial con fuentes del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), La República recibió la versión de que el coronel José Hinojosa Gavidia no participó ni supo de los operativos de secuestro, asesinato e incineración de los estudiantes Martín Roca y Kenneth Ansualdo. 2. Las fuentes admitieron que el entonces mayor Hernán Sánchez Valdivia y el agente Jesús Sosa Saavedra trabajaron durante todo el año 1993 bajo las órdenes de Hinojosa, pero sostuvieron que ambos, como todo el personal del SIE en ese año, estuvieron concentrados en la captura del camarada "Feliciano". 3. La República obtuvo la insólita versión de que el coronel Hinojosa ni siquiera conocía el incinerador ubicado en los sótanos del SIE hasta la visita que efectuó la Comisión Townsend en febrero de 2002.Y de que el SIE nunca detuvo a nadie y mucho menos los mantuvo e interrogó en sus sótanos. Excepto por los senderistas traídos desde Yanamayo, en setiembre de 1993, para la negociación del llamado "Acuerdo de Paz".
