En busca del fracaso perdido

Toda crisis es, como suelen decir, problema y oportunidad, pero, para que sea lo segundo, se requiere admitir lo primero, y eso es lo que debieran hacer las agrupaciones políticas que el domingo pasado la pasaron mal.

Fujimorismo. Lo más grave es la penosa situación en que quedó la familia Fujimori, absolutamente partida con el padre y la hija en la cárcel. Argumento interesante para una tragicomedia Shakespeareana. Del antiguo esplendor de las 73 curules, cuando Keiko Fujimori amenazaba con aplicar el plan de gobierno –documento del que nunca se volvió a hablar después de la campaña 2016– en el congreso que dominaba de manera indisputada, a las 15 curules de ahora, hay una decadencia evidente, pero no deja de ser un resultado sorprendentemente alto para lo mal que anda el sector naranja. El resurgimiento le tomará tiempo, como le costó recuperarse del colapso del 2000, pero no es imposible salvo que insistan en la arrogancia y en la incapacidad de autocrítica.

Nuevo Perú. Verónika Mendoza es la explicación central de la debacle de una nueva izquierda cuya candidata llegó tercera en la elección del 2016, y que trajo a la política a estupendas nuevas figuras, inteligentes, que le daban un nuevo aire, pero que en el último año se dedicó a hacer pactos con sectores lamentables por su comportamiento, el cual va desde la corrupción hasta la defensa de las dictaduras, pasando por la xenofobia y el machismo. Cambiar de eso no debiera ser tan difícil.

Apra. El colapso del Apra es notorio. Tocó fondo. ¿Cómo salir del hueco? Podrían empezar leyendo la entrevista publicada el jueves en La República a Carlos Roca, un aprista honesto como los que sin duda quedan.

Solidaridad. La ultraderecha no va a ningún sitio. Retírense nomás.

Partido Morado. Nueve escaños es mucho menos de lo que esperaban, y aún tienen pendiente el análisis de qué fue lo que le faltó a este partido que tiene más de cinco años en la cancha, pero que sin el concurso de invitados como Alberto de Belaunde pudo haber acabado peor. Las denuncias de los últimos días influyeron, pero acá hay algo más por desenmarañar, como su poca llegada fuera de Lima. Hay tiempo.