Entre la ignorancia y la mala leche
Domingo Pérez, Reflexión Democrática y J.L. Sardón.
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El trabajo de los fiscales anticorrupción es, como se ha comentado varias veces en esta columna, valioso y fundamental para el país, pues se están enfrentando con coraje al proceso de corrupción más grande ocurrido en la historia del Perú, pero eso no debe llevar a darles un cheque en blanco ni a funcionar como sus parlantes, y es por eso que, desde el punto de vista de este espacio, se critica la vinculación que José Domingo Pérez pretende realizar del magistrado del Tribunal Constitucional José Luis Sardón, con el financiamiento de candidatos fujimoristas en la campaña del año 2011.
Esta columna ha criticado varias veces al magistrado Sardón por sus fallos en el TC que lo mostraban, en la opinión de este modesto espacio, alineado con las posiciones del fujimorismo, pero eso no puede llevar a la tergiversación de la verdad con el fin de atacarlo.
A su vez, el fiscal Pérez ha quedado molesto con Sardón, como se desprende de sus declaraciones, por su voto para la excarcelación de Keiko Fujimori, pero es inaceptable que, como respuesta –y hasta venganza–, pretenda arrinconarlo mediante su vinculación con el financiamiento indebido de campañas de candidatos fujimoristas.
En el mejor de los casos, la decisión de Pérez puede ser una expresión de ignorancia y, en el peor, de mala leche, porque es evidente que es errado sostener, como lo ha hecho, que una ONG –Reflexión Democrática– “de Sardón” financió a ocho candidatos fujimoristas.
Ni Sardón era el dueño de esa ONG, ni la misma se dedicaba a lo que pretende demostrar José Domingo Pérez.
Reflexión Democrática fue una buena iniciativa para becar a un grupo plural de candidatos mediante el otorgamiento de capacitación y diseños de campaña, luego de su selección por parte de un jurado independiente compuesto por rectores de universidades, entre los cuales hubo ocho fujimoristas entre un grupo más amplio.
Con acciones como esa, el fiscal Pérez mella la credibilidad de su valiosa tarea, y se desvía de lo medular, debiendo concentrar su energía en acelerar la formalización de acusaciones con el fin de que, al entrar al quinto año de los casos, se pueda condenar a los culpables con rigor y neutralidad, es decir, que se haga justicia.
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