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Política

Resistencia e insistencia

El fujiaprismo acepta las reglas del juego.

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Los dos partidos que más denunciaron la disolución del Congreso como un golpe de Estado, Fuerza Popular y el Apra, han decidido participar en las elecciones del 26 de enero. Su corta resistencia es el resultado del fracaso de las medidas que ensayaron luego del 30 de setiembre pasado. Todas resultaron infructuosas, desde la designación de Mercedes Aráoz como presidenta encargada, hasta el pedido de que intervenga la OEA, pasando por el llamado a la movilización ciudadana –el revés más bochornoso– y la exigencia de que el Tribunal Constitucional (TC) reponga a los excongresistas en sus curules.

La decisión de participar en las elecciones cierra para efectos prácticos la campaña que coloca al Gobierno como comunista y al presidente Vizcarra como un nuevo Hugo Chávez con propósito de anular lo actuado el 30 de setiembre. Es un misterio si esta participación se hará a partir de un nuevo discurso o si ambos partidos intentarán defender al Congreso disuelto. Sin embargo, sea cual fuese la posición que adopten, las maquinarias electorales han sido puestas en movimiento para solicitar el voto a los ciudadanos, el principal objetivo de la disolución del Parlamento.

Ambos grupos no recorrerán un terreno liso. Su ruta está salpicada tanto por los procesos de investigación anticorrupción como por problemas internos. A tono con lo que se especulaba, disuelto el Congreso en cada grupo, la procesión ha salido a las calles.

En Fuerza Popular, la decisión de Keiko Fujimori de no postular, junto a las cartas que se ha cruzado con su padre teniendo como auditorio a los militantes de esa facción política, ha sido seguida de renuncias de prominentes exparlamentarios y acusaciones respecto al manejo partidario. Por otro lado, el hecho de que la mayoría de exlegisladores no postulen a la reelección no ha significado la renovación de las candidaturas, en las que han sido fichados cuestionados personajes. Nadie como el fujimorismo para facilitar la elección de tránsfugas.

En el Apra, la renovación es un pecado. Su reciente congreso no ha unido al partido. Al contrario, la imposición de una de las facciones en disputa hace años ha hecho saltar en añicos el alanismo, con la consecuente elaboración de una lista que recreará el conflicto interno. Con una lista a la defensiva, mirando a los juzgados penales que tomarán decisiones en plena campaña, al partido de Alfonso Ugarte solo le queda encomendarse a las bases en sus horas más bajas.

Así termina la resistencia del fujiaprismo. En una insistencia.