Puntos de vista,Urge una política del folklore Amílcar Híjar Hidalgo, docente de la ENSFJMA. Lamentablemente, el Estado no fue proclive de fomentar políticas culturales al igual que sus pares latinoamericanos. Solo tuvimos tres, todas en el siglo pasado: el festival de las “pampas de Amancaes” durante el gobierno de Leguía (1926-1930), el festival “Inkarri” en el periodo de Velasco (1973-1975) y el proyecto “Raymillacta” (nacional) conjuntamente con el CICLA (internacional), ambos en el gobierno de García (1986-1989), donde se aseguró la participación de artistas profesionales, noveles y cultores del folklore. El Ministerio de Cultura no tuvo creatividad ni capacidad de montar festivales que ponderen el folklore o la cultura nacional como matriz de las culturas de América. Urge una política del folklore plasmada a través de una ley del folklore, que permita promoverlo como curso formativo u obligatorio en universidades públicas y privadas. El folklore negro peruano Victoria Villalobos, artista y pedagoga. Desde los comienzos de la trata de esclavos, los negros mostraron gran habilidad para adaptarse y nuevas formas se desarrollaron en el Perú, con funciones y significados que reflejaron la realidad del nuevo mundo, y útiles elementos de la tradición musical española, que compatibles con el etos negro se incorporaron en distintos grados. Fue el principio de la música afroperuana la que, como toda cultura viva, es destinada a experimentar cambios de acuerdo a los desarrollos sociales, económicos y políticos. Las primeras descripciones de música negra y mestiza se hallan en el Mercurio y en los escritos del siglo XVIII de Concolorcorvo, Baltazar Jaime Martínez Compañón y Bujanda y del viajero francés Amédee Francois Frézier. Fuentes del siglo XIX son las pinturas de Pancho Fierro, José María Blanco, Max Radiguet, William Bennet Stevenson, entre otros.