Sin embargo, el sentimiento (“Que se vayan todos”) parece ser el deseo de una nueva oportunidad.,En Pulso Perú/Datum 77% de los encuestados no se siente representado por político alguno. Este sentimiento se agudiza en el sector E, casi 85%, y en el norte del país, 84%. En consecuencia, dos tercios o más de los consultados piensan que se debe cerrar el Congreso. Son cifras que definen una obvia crisis de representación. Pero también definen, podría decirse, una crisis de representados. Esos dos tercios contribuyeron mucho a elegir a las personas que ahora, dos años y medio más tarde, los disgustan. Quizás algo no estaba funcionando con la voluntad popular en el 2016, si bien ausentes, blancos y nulos sumaron 36% en la primera vuelta. De otra parte la topografía política del 2018 no se parece a la que eligieron los votantes. El presidente elegido ya no está. La mayoría absoluta elegida ya no es tal. Muchos políticos individuales cambiaron sus posturas, y las ofertas electorales perdieron vigencia por el camino. Así, la política pasa a existir como constante sorpresa. ¿Qué es no sentirse representado por los políticos? En principio alude a no estar de acuerdo con su actuación, a no identificarse con ellos como grupo profesional. Luego está la idea de un voto traicionado, es decir, esperanzas defraudadas. Lo cual en parte constatación práctica y en parte un efecto de la política de los sentimientos. Las cifras de Pulso Perú/Datum apuntan a un deseo de castigar a los políticos, y constituyen una suma: cada uno tiene en mente a determinado político o grupo de políticos a los que desea sancionar. El deseo de un cierre del Congreso funciona como el símbolo del cierre de toda la política en este momento. Sin embargo, el sentimiento (“Que se vayan todos”) parece ser el deseo de una nueva oportunidad. Volver a la magia de una competencia con rostros nuevos, reciclados, más adecuados al espíritu de los tiempos. Debemos pensar en una nueva promoción de políticos, esto sí, representativos. Pero algo ha estado fallando en ese mecanismo. En todo caso, el sentimiento se moderará cuando haya que decidirse por empoderar un político. El rencor retrocede, pero puede dar paso a otros complicados sentimientos: la ilusión desinformada, el entusiasmo pasajero, la credulidad ante las campañas publicitarias. Antesalas todas de la crisis de representación.