El año 2024 cierra como empezó: con un Congreso envuelto en escándalos y una gobernante que insiste en negar la realidad: es el personaje político más impopular de nuestra historia reciente. Sin embargo, el deterioro es evidente. Mientras cada vez más peruanos le retiran su confianza a la clase política, este 2024 se termina sin resolver los problemas centrales del país: la economía sigue sin rumbo, el crimen organizado ocupando más espacios en las calles y en las instituciones. Los derechos de las mayorías están en el olvido. No hay hoja de ruta, no hay liderazgos.
El próximo año en vez de incertidumbre, trae consigo una preocupante continuidad. Será un año preelectoral marcado por cambios en las reglas de juego del Estado. Con una constitución del 93 que ya ha sido reformada en la mayor parte de su contenido - y a pulso por los mismos que decían que era infalible e intocable – con el objetivo de perpetuar en el poder a la coalición autoritaria que hoy ostenta el poder. La mayoría de los 40 partidos inscritos que aspiran a reemplazarlos no parecen ser mejores: su silencio o pasividad frente al régimen y su desconexión de las demandas de la gente, repiten los mismos vicios de oportunismo y falta de visión. En este escenario, la impunidad, el pragmatismo vacío y la "sinvergüencería" seguirán siendo la norma en nuestra política.
¿Qué debemos hacer ante esto? La respuesta no puede ser resignarnos. Nos toca insistir en la apuesta por la organización, defendiendo este derecho que ya ha sido objeto de criminalización en el caso de los pueblos movilizados en 2022 y 2023. Hoy toca que se levanten nuevas voces frente a quienes han secuestrado las instituciones para su beneficio. La lucha no consiste solo en resistir, sino articular políticamente un cambio real: desmantelar este orden y las decisiones impuestas desde el Congreso desde el 2021 y avanzar hacia un orden basado en un pacto por justicia y equidad. Es momento de exigir que los partidos y líderes políticos que no son parte de la mafia asuman su responsabilidad, dejando de lado cálculos particulares y apostando por una agenda y coaliciones comunes que responda a las demandas populares.
El 2025 será decisivo. Solo luchando juntos podremos convertirlo en un punto de inflexión, retomando el camino hacia una verdadera democracia que priorice a las mayorías y devuelva la esperanza a nuestro pueblo.
Socióloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Nací en Lima, en La Victoria, en 1988. Excongresista de la República. Fui Presidenta de la Comisión de la Mujer y Familia. Exregidora de la Municipalidad de Lima. Soy militante de izquierda y feminista.