Un reciente reportaje del periodista Óscar Chumpitaz de La República reveló que en el último año, 2500 mujeres fueron rescatadas de redes de trata de personas y explotación sexual en el Perú. Y como puede ser fácil de intuir, la mayoría de ellas son ciudadanas extranjeras cuyos casos e historias de vida develan, a su vez, las intersecciones de género, economía y migración que las exponen a mayor peligro.
No son casos aislados ni hechos policiales recurrentes sin más; se trata de una problemática que coarta libertades y, en su peor expresión, mata. De acuerdo al reporte, 15 mujeres víctimas de explotación sexual fueron asesinadas por bandas que se dedican a cobrar cupos aprovechándose de la vulnerabilidad que las atraviesan debido a factores que no solo tienen que ver con el hecho de ser mujer en una sociedad desesperantemente machista.
Tanto la condición económica, como la situación migratoria irregular y otros contextos precarios, agudizan la vulnerabilidad en la que tienen que vivir miles de mujeres en el Perú, incluidas quienes terminan siendo víctimas de trata. Debido a esto, y a tantas otras barreras que tienen que enfrentar por este enjambre de desigualdades, se convierten en blancos perfectos para extorsionadores, traficantes y explotadores.
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Por ello es importante comprender la trata y la explotación sexual como fenómenos multifacéticos que van más allá del género. Y, en ese sentido, abordar las narrativas teniendo en consideración aspectos como la racialización, la clase, la situación migratoria, la diversidad funcional y la identidad de género. De esta manera se rompen estereotipos, se brinda un horizonte más amplio y se incorpora una perspectiva inclusiva y sensible tanto a las relaciones patriarcales, como a otras formas de opresión.
Entre las víctimas de trata rescatadas en el país durante 2023 no solo hay mujeres migrantes mayores de edad —posiblemente cabezas de familia—, sino también menores. Este segmento demográfico, así como las condiciones ya mencionadas que incrementan la vulnerabilidad de las víctimas, suelen ser pasadas por alto en las discusiones, percepciones y tomas de decisión contra la trata y la explotación sexual. Sin embargo, se necesita comprender estas intersecciones para ensayar respuestas más efectivas en cuanto a prevención y atención.
La representación en medios, así como las propuestas contra esta forma de ataque a los derechos humanos, deben abordar las raíces económicas, sociales y culturales de este negocio ilícito que pone en riesgo la integridad y la vida de tantas personas en situación de precariedad. Solo a través de un enfoque integral se traza el camino hacia soluciones más sostenibles y justas que protejan a quienes son más vulnerables.
Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.